Integrante de los Bee Gees, conoció el éxito –la
banda vendió 200 millones de discos– y la declinación. Sufría un cáncer.
Su hermano Maurice había fallecido en 2003.
Fue
uno de los nombres de un fenómeno musical que tuvo connotaciones
sociales: la música disco. Fue, también, uno de los cantantes de los Bee
Gees, una de las bandas más exitosas y más denostadas de todos los
tiempos. Robin Gibb murió ayer a los 62 años tras una operación
intestinal que debió realizarse a causa del cáncer de colon e hígado que
padecía. Gibb, que luchó casi dos años contra la enfermedad que lo
obligó a someterse a varias operaciones y quimioterapia, había estado en
coma durante unos días el mes pasado, aunque luego mostró signos de
recuperación. Hace un año y medio, el músico fue operado por una
enfermedad intestinal, y los médicos hallaron un tumor. Más tarde
descubrieron que también sufría cáncer de hígado.
Robin Gibb era uno de los tres miembros fundadores del exitoso grupo que
con Fiebre del Sábado Noche convirtió la música disco en un fenómeno
mundial en los años ’70. El cantante con su soberbia voz e inconfundibles
gafas de cristales tintados, estaba en coma en un hospital de Londres
tras haber contraído una neumonía el mes pasado. Tras su muerte, el
mayor de los tres hermanos, Barry, de 65 años, queda como único
sobreviviente de uno de los grupos que vendió más discos en la historia,
unos doscientos millones, con éxitos como “Stayin’ Alive” y “Night
Fever”. El gemelo de Robin, Maurice, que tuvo problemas de alcoholismo,
falleció a los 53 años en enero de 2003, víctima de una oclusión
intestinal. Aunque no formaba parte del trío, el hermano menor, Andy,
que hizo carrera como solista, murió también, con sólo 30 años, de un
problema cardíaco derivado de una adicción a la cocaína. Aunque a principios de año parecía que Robin había superado el cáncer, unas fotografías en las que aparecía muy delgado conmocionaron a sus fans, y corrieron rumores de que podía haber desarrollado otro tumor. Nacido el 22 de diciembre de 1949 en la Isla de Man (Reino Unido), Gibb emigró a los nueve años a Australia con su familia. Alentados por su padre, que dirigió un grupo musical, los hermanos formaron un conjunto juvenil que un disc jockey local sugirió rebautizar Bee Gees (B de Brothers y G de Gibb), después de que alcanzaran cierta popularidad. Su despegue, sin embargo, no se produjo hasta que en 1966 regresaron al Reino Unido, donde “New York Mining Disaster 1941”, el primer simple de su primer álbum Bee Gees’ 1st, ingresó en el Top 20 de las listas de éxitos. Siguieron rápidamente “Holiday”, “To Love Somebody”, y poco después “Massachusetts”, con la que alcanzaron por primera vez el número uno del “hit parade” británico. Tras una breve separación, los hermanos Gibb volvieron a saborear el éxito con “How Can You Mend a Broken Heart?” en 1971.
El encumbramiento definitivo llegó en 1977 gracias a la banda sonora de Saturday Night Fever –la película que también lanzó al estrellato al actor John Travolta– y especialmente a sus dos temas más bailables: “Stayin’ Alive” y “Night Fever”. El álbum, la banda sonora más vendida de todos los tiempos, con cuarenta millones de copias, inau-guró la edad dorada de la música disco y llevó a los Bee Gees, con sus agudas voces, sus pantalones ajustados, sus camisas abiertas y sus medallones, al reconocimiento masivo. Sin embargo, los Bee Gees nunca volvieron a cosechar el mismo éxito, y aunque escribieron numerosas canciones para otros artistas como Frankie Valli, Diana Ross o Barbra Streisand, a partir de entonces su carrera inició un lento declive, con excepción de un repunte a finales de los ’80 con sus álbumes E.S.P y One. El trío permaneció activo hasta la muerte de Maurice, tras la cual Robin y Barry renunciaron definitivamente al nombre de Bee Gees.
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