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viernes, 2 de diciembre de 2011

GRABACION INEDITA DE PIAZZOLLA JUNTO A MILVA.








Vuelven los pájaros perdidos

 

En 1988, poco antes de la crisis cardíaca de Piazzolla que acabó con el grupo, su formidable quinteto acababa de grabar La camorra y actuaba en estado de gracia. La cantante italiana era una digna partenaire.

 Por Diego Fischerman
La flamante publicación de Milva &Astor Piazzolla. En vivo-Tokyo 1988 es excepcional por varios motivos. Si sólo se tratara de un registro inédito de Pia-zzolla ya sería suficientemente significativo pero, además, no sólo se trata de una de las pocas grabaciones con la cantante italiana Milva –tal vez quien, junto a Amelita Baltar, mejor haya comprendido su estética–, sino que se trata del último registro existente del gran quinteto fundado unos veinte años antes. La actuación que el sello de Alfredo Radoszynski viene a rescatar corresponde a junio de 1988, un mes después de la grabación en Nueva York del disco La camorra y muy poco antes de la operación de by-pass que clausuraría la actividad del grupo.
Piazzolla y su quinteto ya habían actuado antes con Milva y hay un disco –inconseguible en la Argentina– que registra la actuación del 29 de septiembre de 1984 en el teatro Bouffes du Nord de París. Este álbum doble repite casi textualmente el repertorio conjunto, pero incluye todas las piezas instrumentales tocadas por el quinteto. Y las versiones de “Mumuki”, “Verano porteño”, “Lunfardo” y “La muerte del ángel” están entre las mejores existentes. El sonido, por otra parte, es en este caso muy superior al de su antecesor y de hecho se trata de uno de los muy pocos discos que recogen grabaciones en vivo donde la guitarra eléctrica se escucha bien (en varios de ellos ni siquiera se escucha mal). El empuje, el empaste y la convicción del grupo resultan absolutamente prodigiosos. Los comentarios del violín de Fernando Suárez Paz en “Los pájaros perdidos”, por ejemplo, la firmeza de Héctor Console en contrabajo, los entretejidos de Horacio Malvicino –que había retornado al grupo en 1986– y la seguridad de Pablo Ziegler construyen un entramado tan sutil y exquisito como demoledor.
Más allá de los reparos que puedan hacerse al conjunto de canciones que Piazzolla escribió sobre textos de Ferrer, “Balada para un loco” tiene una extraña eficacia y en la voz de Milva, aun con su dicción extranjera, el tema logra una contundencia emotiva singular. Las versiones cantadas en francés de dos temas originalmente instrumentales (“Años de soledad” y “Oblivion”) no desentonan y tanto la cantante como el grupo brillan en la que quizá sea la pieza más lograda del bandoneonista en el terreno de la canción, “Los pájaros perdidos”, sobre un texto de Mario Trejo. En conjunto, se trata de una edición ejemplar. En el contexto de las publicaciones posteriores a la muerte del bandoneonista, una verdadera –y saludable– excepción.

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