Después de dos álbumes de covers y de una internación que se hizo pública, la cantante regresó con un trabajo hecho de canciones propias y hasta con un cuadro suyo en la tapa. “Mi vida es ahora o nunca, no puedo hablar de cuando sea grande porque ya soy grande”, afirma.
Por Leonardo Ferri
Hay algo de paradoja en el hecho de que el presente implique un constante cambio. Dicho de otra manera, el cambio es lo único permanente en el presente, ese tiempo que se construye y reconstruye de manera constante, que se adelanta por sobre el pasado y le pisa los talones al futuro. Es fácil percibir que en la actualidad de Fabiana Cantilo ese concepto tiene cierta preponderancia: su nuevo disco se titula Ahora, y la conversación que mantiene con Página/12 no se detiene en ningún punto, sin que ello signifique falta de análisis o de reflexión. En todo caso se puede afirmar que Cantilo tiene una forma bastante particular de comunicarse, graciosa en algunos momentos, confesional en otros, pero anárquica casi todo el tiempo. Con la misma naturalidad con la que cuenta su nueva vida diurna y tranquila, y sus días ocupados con la natación y la terapia, habla de su cansancio por ser considerada solamente una música: “Soy artista plástica, actriz, bailarina, aunque no lo ejerza, lamentablemente. Me encantaría actuar, estoy cansada de la música solamente”, lanza y se lanza. Y habrá que seguirle el tren.
–¿Y qué le impide salirse de la música y hacer otras cosas?
–No lo sé. Supongo que tendrá que ser como fue en mis comienzos, empezar a contactarme con gente, a hablar, a romper las pelotas, a meterme en los estudios. Uno se olvida de cómo es volver a empezar.
–Ahora plantea un recomienzo, porque usted vuelve con canciones propias luego de dos álbumes de covers que tuvieron mucha exposición mediática, con un disco propio en el medio que no tuvo tanto vuelo comercial. ¿Cómo lo vivió usted?
–Me gusta más hacer mis canciones. El primero de versiones (Inconsciente colectivo) lo disfruté mucho más, el segundo no tanto, pero por contrato tenía que hacerlo. Venía de dos discos muy locos (¿De qué se ríen? e Información celeste) en los que hice lo que se me cantó, desde las canciones hasta la tapa, y fueron mis canciones tocadas con la gente que yo quise. A Información... todos le dieron con un caño, pero no me importó. Entonces vino Afo (Verde, productor artístico y presidente de Sony Music) y me propuso hacer un disco de versiones. Al principio no me convencía, hasta que me convenció. Fue una gran producción y nos fue bárbaro, pero a mí me divierte mostrar todo el combo, quizá por una cuestión narcisista...
–Bueno, el narcisismo en los artistas no es nada nuevo, es hasta necesario...
–No sé, lo estoy viendo (risas). Uno puede ser un buen intérprete, pero si uno sabe jugar bien al fútbol y al básquet, quiere mostrar que sabe jugar a las dos cosas, ¿no? Por ejemplo, nadie sabía que yo pintaba, y ahora todos tienen ese dato porque quise poner un cuadro en la tapa, me había cansado de ver mi cara. Ya que no me sacan, elijo exponerme como a mí me parece.
–¿Cómo que no la sacan?
–Afuera del país. Nadie sabe por qué no me sacan. Yo creo que afuera iría perfecto, pero nadie sabe si no hay plata o me tienen miedo. Es un misterio, y si no se apuran, me voy a morir (carcajada).
–Pasa el tiempo...
–(Interrumpe.) ¡No cumplo más años, no me preguntes la edad!
–Para nada. Igual, parecen menos...
–Ya sé que parecen menos. No me siento de la edad que tengo, pero la tengo, y por eso digo que si no me sacan ahora, no me sacan más y me quedo con lo que hay. Yo debería estar tocando en Latinoamérica, no sé qué paso. ¿Qué pasó que “Mi enfermedad” no tiene video? ¿Qué pasó que cuando Maradona estaba en Sevilla yo no estaba ahí al lado? ¡Lo miré por televisión! Pero bueno, no quiero protestar porque sigo cantando y me pagan por eso, y porque sigo en un lugar que nadie puede tocar. (Canta) “La muerte no sabe cómo atraparme, la vida me sigue por donde voy”, dice mi canción “Choque de brujos”. Nadie sabe que hago canciones así... Ya no sé qué te quería decir...
–Ahora es un disco que suena bastante a madurez, al crecimiento entendido como eso de hacerse cargo de un montón de cuestiones.
–Sí, pero no hablo sólo de mí: también de los planetas y de la niña y de la verdad de la vida y de todo. No sólo del amor, como Maná. ¿Viste que Maná habla todo el tiempo de que lo dejó una mina? ¿Serán distintas o será la misma? No los quiero criticar, pero es llamativo el éxito que tienen con esas letras. Yo me esmero mucho en superarme y no hablar tanto de mí. Hay canciones de amor, pero también hablo del cosmos, de lo que me pasó en la clínica, de mi papá, de mi niñez, y hago chistes, como con eso de que no duermo en ángulo recto. Odio a los que pueden dormir sentados porque yo no puedo, entonces protesto y pido que me manden a primera.
–Antes dijo que la criticaron mucho, pero sin embargo se la ve decidida a seguir adelante...
–(Interrumpe.) ¿Y qué voy a hacer, dejar de hacer lo que me gusta y darles el gusto? El disco se llama Ahora; porque mi vida es ahora o nunca, no puedo hablar de cuando sea grande porque ya soy grande.
–¿Tanto le preocupa la edad?
–Por supuesto, como a todas las mujeres, por lo físico, por todo. Pero es por un ratito, porque enseguida me pongo a pensar en otra cosa. Me atormento todo el tiempo por pequeñas cositas (carcajada). Lo importante es que voy por un camino de luz, de cuidado, de disfrutar mi terapia, de mente sana en cuerpo sano. Estoy buscando la iluminación, sola y sin complicarme la vida con una pareja, que es lo que siempre me hizo todo difícil. Recuerdo estar haciendo una nota –actuando prestar atención, porque soy una gran actriz– esperando que fulanito me llame, y ahora nada de eso me importa.
–¿Le llegó la madurez que le permite enfrentar de otra forma esos problemas?
–Todo el tiempo trato de dejar atrás algunas cosas, pero es muy difícil. Después de recibir tantos golpes uno dice basta, y ahora, como no salgo casi nunca ni voy a fiestas o reuniones, no aparece nadie. Lo bueno es que voy a terminar conociendo a alguien en el almacén o en un bautismo.
–En varias de sus últimas entrevistas el tema predominante parece haber sido su internación. ¿No le da miedo caer en el lugar común del músico que está en permanente rehabilitación?
–Y bueno, yo lo escribí y yo me jodo. El tema es que no hay mucho que explicar de eso, el tema es literal, sin metáforas, es tal cual eso. Si querés te lo cuento de nuevo, o te lo actúo. No sé si estoy loca, o es que me divierte contar algunas cosas como si fuera una súper heroína que salió de una situación de la que no todos salen. La pasé mal, pero ahora me río de no estar ahí.
–¿Qué tipo de terapia hace?
–Terapia (silencio). Eso. No freudiana, porque los freudianos no curan a nadie. Hago terapia desde los 17 años, soy casi una experta (risas). Sé que hay cosas que no hay que entenderlas con la cabeza, sino con el cuerpo, y lo que yo hago tiene que ver más con eso... Creo que es la primera vez que estoy sola, y aunque me cueste disfrutar la soledad, no está mal.
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