En compañía del violero Judah Bauer, el notable compositor regresa con una pila de reediciones en el bolso. “Estamos acostumbrados a tocar lo que queramos. ¡Ni siquiera usamos lista de temas!”, avisa antes de estallar.
Por Julio Nusdeo“I don’t play no blues / I play rock’n’roll”, predica y aclara en alaridos Jon Spencer en Talk about the Blues, del álbum Acme, y es un guiño a su venerado blusero Fred McDowell y su disco I Do not Play Rock’n’Roll, de 1969. Tras veinte años de filosos riffs y sucias revelaciones con raíz en el delta del río Mississippi, y a diez años de su primer show en Buenos Aires, The Jon Spencer Blues Explosion vuelve a estos pagos luego de unas cuantas fechas en Europa: “Ayer nos juntamos a ensayar para el tour por Sudamérica”, le explicaba hace unos días Jon al NO, por vía telefónica. En 1991, el trío conformado por el guitarrista Judah Bauer y el baterista Russell Simins inició un enérgico sonido crudo coronado por la voz de Spencer, que con el tiempo devino en una suerte de James Brown anfetamínico. En estos veinte años, la banda fue condimentando esa receta con funk, gospel y soul, hasta jugar incluso con la técnica cut & paste (cortar y pegar sampleos de canciones), más ligada al hip-hop.
Tras un hiato que arrancó en 2004, la vuelta a la actividad llegó en 2010, cuando Spencer reeditó los primeros trabajos del grupo: Extra Width (1993), Orange (1994), Now I Got Worry (1996), Controversial Negro (1997, en vivo) y Acme (1998). “Se habían agotado y ya no se conseguían –cuenta Spencer–. Creo que son buenos discos y quise que estuvieran disponibles otra vez. Sacamos esos discos, empezamos a tocar de nuevo y la cosa se activó. Aparecieron los tours y estuvimos escribiendo nuevas canciones. Vamos a estar tocando algunas en Sudamérica; y la idea es entrar al estudio y grabar”, revela. Pero Spencer desconoce la dirección que tomará ese próximo disco: “Todavía es muy temprano. Con la Blues Explosion sucede que el trabajo nos agarra desprevenidos, no charlamos ni analizamos lo que estamos haciendo, no hay planes previos. Nunca hemos hecho algo como decir: ‘Ahora hagamos una canción así, o hagamos un álbum en este estilo’. Primero hacemos el trabajo, para después mirar hacia atrás y ver cómo es o cómo suena.” El tiempo dirá, entonces, aunque la inclusión en el repertorio reciente del tema My War, de Black Flag, quizá sea una señal. “Los tres somos fans de Black Flag, escuchábamos mucho su música tiempo atrás.”
–¿En qué se diferencian éstas de las reediciones que hizo Mute Records en 2000?
–Estos están extendidos. Tienen muchos tracks extra, mucha más música. La mayoría de estas reediciones son de dos CDs. Hemos grabado un montón de canciones, tenemos mucho material que quedó afuera de los álbumes en su momento. E incluso completamos algunas de estas reediciones con material en vivo. Además, cada uno de los álbumes está acompañado de un booklet con lindas fotos y textos del escritor neoyorquino Mike Edison, relatando la creación de cada disco y en qué andaba la banda en ese momento.
–¿Cómo fue reencontrarse con el material viejo?
–Un poco extraño, porque han pasado muchos años. Era como si estuviera escuchando otra banda. ¡Una buena banda! (risas).
Entre las reediciones también se encuentra Year One, que recopila sus dos primeras sesiones de grabación, registradas en 1991 con Mark Kramer y Steve Albini como productores. “Estuvo buenísimo trabajar con Steve, es un fantástico ingeniero de sonido y una persona muy inteligente”, recuerda Jon. Tan bien la habrán pasado que, siete años después, Albini volvió a producirlos en Acme: “Steve no va a decirte de cambiar tal o cual parte de la canción. Más bien él es un buen registrador de fotografías. Todo va a sonar increíble, sin opiniones sobre las canciones sino como un documentalista que registra muy buenos momentos”.
–¿Trabajan mucho para lograr ese sonido tan particular de la banda?
–Soy fan de mucha música vieja y me gusta tratar de alcanzar un tipo de sonido que me es familiar. Trato de recrear en el estudio ese sonido que tenían las grabaciones viejas. Está bueno usar cintas y equipos analógicos y valvulares, viejos micrófonos, pero no es una regla estricta. También uso la computadora. Cualquier tecnología puede estar bien si te ayuda a crear lo que quieras. Pero la tecnología no es tan importante como lo que tengas para decir o para dar con tu música. El arte es lo que tratás de expresar, lo más importante son las canciones.
Por último, Spencer manda saludos: “La verdad, estamos con muchas ganas de volver a la Argentina, estamos muy deseosos de que disfruten nuestro show. Pero no puedo adelantar mucho porque estamos acostumbrados a tocar lo que queremos. ¡Ni siquiera usamos lista de temas!”.
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