Por Jorge Rouillon
Un órgano ejecutado por el mar
Primero y único en el mundo, en Croacia se contruyó una estructura escalonada que por efecto de las olas produce una música siempre cambiante y novedosa
El mar puede crear su propia música, siempre cambiante, novedosa, sorpresiva. Y una construcción muy ingeniosa, levantada en Zadar, Croacia, permite escuchar la expresión de este autor musical tan especial. Unos blancos escalones de piedra a lo largo de unos sesenta metros descienden al mar a manera de cascadas; debajo de ellos hay tubos de polietileno de diferentes tamaños rematados por una especie de silbatos –son treinta y cinco– que por efecto del aire y el agua producen sonidos. Ese es el órgano que suena siempre, tal como siempre llegan las olas, en las madrugadas vacías y los atardeceres poblados. Fue concebido y realizado en 2005 por Nikola Basic, un arquitecto de esa ciudad. Desde entonces, los paseantes, los turistas, las señoras volviendo del mercado y los chicos del colegio suelen sentarse horas a escuchar la música de un ejecutante invisible. Es el Adriático quien decide, ya que si bien el arquitecto dispuso las cosas, las verdaderas ejecutantes de la música son, precisamente, las olas. La obra recibió muchas distinciones, entre otras, el Cemex de México en 2006 y el primer premio de Europa para Proyectos de Espacios públicos, donde compitieron 207 obras de treinta y un países. Esta curiosidad se puede apreciar en Croacia, cuadernos de un país, libro de Carmen Verlichak, con prólogo de Bartolomé de Vedia, que publicará a fines de marzo el sello editorial Krivodol Press. Croacia da para mucho en esta obra de Verlichak, autora que ya escribió Los croatas en la Argentina. En este nuevo libro se habla de muchos temas: la Virgen de Medjugorje, los morlacos –que no son algunos billetes como se usa en nuestra habla popular, sino los exóticos habitantes de la zona de la antigua Dalmacia que no da al mar-, los Justos entre las Naciones (croatas que salvaron a judíos del Holocausto); la espléndida ciudad amurallada de Dubrovnik, recostada sobre el mar; Marco Polo, el incansable viajero que nació en una de las más de mil cien islas de Croacia en el Adriático; el coliseo romano de Pula, el mejor conservado del mundo; la aldea europea de las cigüeñas, los daños al patrimonio cultural de la última guerra, los monumentos protegidos de la Unesco, los fieles greco católicos, los ochenta lugares arqueológicos debajo del agua que se pueden visitar; la catedral más antigua de Europa, la de Split; la línea de fortalezas, algunas bien conservadas y otras en ruinas; el premio Nobel de Literatura Ivo Andric. Y la iglesia de San Donato, la más fotografiada y más visitada del país, que tiene una planta circular, con tres ábsides: un majestuoso ejemplo de la arquitectura prerrománica del siglo IX, pero cuya base ya es del siglo IV. Celosa de los tesoros que alberga, esa iglesia guarda también el secreto de una acústica superlativa. Por eso cada año la eligen como escenario para el Festival Internacional de Música del Renacimiento Medieval.
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