DISCOS
Juntos y no revueltos
La dupla ofrece diez impecables canciones nuevas, inscriptas dentro de la
tradición del bolero cubano. Milanés retoma su mejor forma.
Por: Mariano del Mazo
El proyecto del disco tenía unos diez años. Justamente esos peligros -y las múltiples actividades de ambos- demoraron la concreción del álbum. La espera valió: la juntada potenció virtudes. El resultado son diez canciones inapelables, inscriptas en la tradición del bolero cubano.
Todos conocemos la voz de Milanés. Con los años su canto sedimentó, se apaciguó el vibrato y la entonación aparece ya más reposada, ideal para el tipo de letras que está escribiendo con sabiduría de veterano: amores perdidos, culpas viejas, el cansancio del que vivió. A los 66 años Milanés torció su carrera para el lado del romanticismo, alejándose del costado social. En tanto Valdés se somete a las necesidades de la canción: su piano al servicio del cantante es todo ganancia. Sin solos, Chucho se luce en sus diez composiciones como un instrumentista dúctil en la síntesis de tres o cuatro minutos que pide toda buena canción popular. Dentro de un nivel alto y parejo, destaca el tema Para qué: Para qué vamos extendiendo / lo que ya se acabó / ya no se puede estar fingiendo /sacrificando un amor que no está, que se fue / no quiero dañar un corazón nuevamente / tu vida se queda / los amores se van....
En un mercado saturado de cruces sin más sentido que el de la venta, el de Milanés y Valdés reconforta por el resultado artístico: canciones sin fisuras, adultas, sentidas, interpretadas con honestidad y emoción.
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