Iron Maiden: "Somos casi como Rolling Stones del metal"
Hoy tocan en Vélez.Habló el vocalista Bruce Dickinson, un personaje increíble que pilotea el avión privado que traslada a la banda.
Es un pájaro...? ¿Es un avión...?". ¡Sí, es un avión! Con la deliciosa imagen del monstruo Eddie pintada en la cola y el logo azul y amarillo de Iron Maiden a los costados, el Ed Force One -un gigantesco Boeing 757 con el piloto profesional Bruce Dickinson en la cabina de mando- aterriza en Ezeiza con los músicos, los asistentes, los técnicos, y doce toneladas de equipos. La gira Somewhere Back in Time comenzó hace catorce meses en Mumbai, India, recorrió todo el planeta (incluida Buenos Aires, el 7 de marzo de 2008), marcó varios récords (por ejemplo, veintitrés estadios a full en Asia, Australia, América del Norte, del Centro y del Sur... en sólo 45 días) y hasta se posó en Azerbajián y Papúa Nueva Guinea en su ruta para llenar el tanque.
Parte de todo aquello quedó registrado en un filme (no un DVD, sino una película de cine) titulado Flight 666, a estrenarse el 21 de abril. Pero la gira sigue y sigue, Iron Maiden vuelve a presentarse aquí hoy mismo (en Vélez), y Bruce Dickinson está chocho.
Por teléfono, se desespera por resumir su adrenalina: su banda atraviesa uno de los mejores momentos de sus más de treinta años de historia; la vida le sonríe, y las decenas de miles de kilómetros surcando el aire en la "alfombra voladora", con su gorrita de capitán, le devuelven la energía que riega en cada escenario del mundo.
¿Cómo sobrellevan una gira tan grande?
Esta gira nos ha dejado grandes maravillas, nunca se hizo algo se mejante, a esta escala. Pero siempre lo mejor, para mí, es subirme al avión y seguir viaje... (se ríe). Te digo: sin el Ed Force One, no hubiéramos podido hacer un tour así. Habría sido antieconómico, nos habría torturado. Pero el concepto no es nuevo, claro. Cuando empezamos a tocar con Maiden, viajábamos en un micro con los técnicos y los plomos, y todo el equipo iba atrás en un trailer. Acá el micro es un avión, y el piloto viene a ser el chofer del micro... (risas).
Pero no es posible que te dé el cuero para pilotear durante toda la gira...
O soy piloto, o soy copiloto: igual, se necesitan dos personas para operar esa cosa. Pero yo no puedo pilotearla todo el tiempo; me bajo de un escenario a las 11 de la noche y no puedo ponerme a volar un avión menos de doce horas después: sería ilegal. Y nosotros cumplimos con las reglas. Pero creo haber comandado una tercera parte de todo este recorrido; en este último tramo, tal vez más.
Y en el medio de la vuelta al mundo les cayó la crisis económica y la recesión...
Bueno, esto es muy interesante porque, si te digo los números de Sudamérica, esta venta de entradas en la Argentina fue un 20 por ciento mayor que la del año pasado. Tocamos para 65.000 personas en San Pablo, cuando en 2008 habían sido 37.000. El año pasado tocamos para 28.000 mil personas en Chile, y ahora vendimos 55.000 entradas... Es totalmente increíble. La recesión financiera y el crash económico tampoco han variado nuestro presupuesto: en este tramo de la gira estamos gastando mucha más plata, y montamos shows especiales en los lugares donde ya habíamos estado antes. En Buenos Aires, por ejemplo, ahora verán el show europeo completo.
¿Qué podemos esperar?
Vamos a agregar a la lista algunos temas de Killers y de Number of the Beast (y tal vez algún otro) que no tocamos desde hace mucho, y probablemente ésta sea la última vez que los hagamos en vivo. Para la gente será muy especial, creo. Y traemos al gran Eddie, al verdadero "Eddie grande" de Europa, además de una puesta técnica muy espectacular, con explosiones y todo. Esta vez traemos todo.
Y ya se sumó una nueva generación de fans...
Bueno, creo que en realidad tenemos dos nuevas generaciones: una llegó en los '90, y ahora hay otra más. Son chicos entre 13 y veintitantos años. El nuestro no es un público de "rock clásico adulto", sino un público totalmente fresco. Mirá (se ríe), somos casi como los Rolling Stones del heavy metal. Hoy existen muy pocas bandas fieles a toda la historia que cargan detrás. Muchos tienen sed de celebridad, nosotros no. Sí, claro, cuando nos alojemos en el hotel de Buenos Aires vamos a tener que salir protegidos porque afuera está lleno de gente, pero no explotamos esa situación. No nos gusta ser famosos en lo individual, sino sobre el escenario y como Iron Maiden. No somos especiales. Cualquiera de nuestros fans puede hacer lo que nosotros hacemos, si lo inten ta lo suficiente.
¿Ya te acostumbraste a que los argentinos silben y griten cada vez que aparece la bandera británica durante "The Trooper"?
Bueno, más vale que se acostumbren. Es parte del show, y no hay nada que hacerle. Y no tiene nada que ver con la guerra de Malvinas (no dice Falklands, dice Malvinas). La canción habla de un desastre militar inglés del siglo 19, una catástrofe donde murió mucha gente. Todos saben que no es un ataque personal a los argentinos, y por cierto ninguna falta de respeto, de ningún modo, a quienes pelearon en la Guerra de Malvinas.
Ellos lo saben, pero chiflan igual.
(Se ríe.) ¡Y yo también me acostumbré! Espero esa silbatina, siempre. Si no lo
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