Encuentro cómplice entre tangueros
El cruce se dio de manera casual, en el cumpleaños
de un amigo, y siguió con una serie de conciertos, un álbum y ahora una
presentación grande en el Teatro El Nacional. “Disfrutamos mucho del
espectáculo porque podemos jugar en el escenario”, explican.
Por Karina Micheletto
Esteban
Morgado y María Graña son tangueros con recorrido propio transitado,
tan propios que podrían pensarse como pertenecientes a universos que
difícilmente se hubiesen cruzado de manera efectiva. Pero una reunión
casual unbicó juntos al guitarrista y la cantante en una de esas
ocasiones en que todos reclaman “a ver, cántense algo”. El pedido se
cristalizó en una aplaudida versión de “Caserón de tejas”, pero también,
inesperadamente, en una serie de conciertos que se extendió por cinco
meses, que resultó en la grabación de un disco –el reciente Entre
nosotros– y que hoy a las 21.30 llegará al Teatro El Nacional
(Corrientes 960). Fue una reunión que, dicen sus protagonistas, se dio
por casualidad, “como a veces ocurre, mágicamente, en la vida”.
“Coincidimos como invitados en un show de cumpleaños de nuestro amigo
Roberto Piazza en Los 36 Billares, a principios de año”, recuerda
Morgado. “En el camarín, Roberto nos propuso que tocáramos algo juntos y
decidimos hacer ‘Caserón...’. Fue improvisado, pero salió muy bien, y a
los productores de Los 36 Billares se les ocurrió que podíamos hacer un
ciclo los sábados de marzo. Ahí empezó todo.”
En las fechas se anuncia una larga lista de invitados, incluidos
algunos que no pertenecen al género tanguero: está Piazza, con el que
comenzó todo; Ariel Ardit, Mora Godoy, Horacio Godoy, también Facundo
Guevara y Teresa Parodi. En los shows, Morgado empieza tocando un tango
solo y luego arma una “secuencia de Marías” para presentar a “la María
de Buenos Aires”. “Se nos ocurrió que para cada María podría haber un
invitado, y es por eso que se armó esta lista de gente tan talentosa y
querida”, explican. “Empezamos a conocernos y a disfrutar de cada
encuentro, con mucho respeto y en mi caso mucha admiración”, sigue
Morgado. “Encarábamos cada sábado dispuestos a pasarla bien y a
sorprendernos con lo que íbamos improvisando, y así seguimos en abril, y
en mayo, junio, julio... Después la embajada nos invitó a Paraguay.” El
equipo se fue consolidando con invitaciones como la del Festival de
Tango de La Falda y el de Buenos Aires, ya con Walter Castro en
bandoneón, Quique Condomí en violín y Horacio “Mono” Hurtado en
contrabajo. Cuando llegó la posibilidad del disco, se sumó también el
percusionista Facundo Guevara. Y las familias respectivas: Felicitas
Marafioti, hija de Graña, canta como invitada del disco; Victoria de la
Rúa, esposa de Morgado, está a cargo de la producción.En Entre nosotros, Morgado y Graña proponen una selección de clásicos de clásicos (“Malena”, “Canción desesperada”, pero también “Honrar la vida” u “Oblivion”), a los que se suman composiciones de Morgado, a cargo de los arreglos y la dirección, además de la guitarra. “Fue una lista que se fue dando a medida que íbamos trabajando juntos, varios temas fueron probados frente al público, algunos ‘a pedido de’”, cuenta Morgado.
–¿Qué cosas los unen en escena?
Esteban Morgado: –Creo que los puntos en común tienen que ver con el respeto, con la pasión, con el amor a la música, con la entrega... Se fueron armando códigos a lo largo de los shows, hay mucha complicidad, y nos gusta improvisar y sorprender al otro haciendo que cada presentación sea distinta. Muchas veces en el camarín nos preguntamos por tal o cual tema, empezamos a tocarlo y luego lo estrenamos esa noche en el show... muy adrenalínico.
María Graña: –Disfrutamos mucho del espectáculo, porque podemos jugar en el escenario, esa complicidad está. Nos divertimos, lo pasamos bien, pero siempre con mucho respeto hacia el público y “entre nosotros”, como dice el disco. Y sobre todo creo que hay una admiración mutua que nos llevó a reunirnos.
–¿Y qué es lo que admiran del otro?
M. G.: –De Esteban admiro la fuerza que tiene, el carisma impresionante. El toca con mucha emoción, cada vez que lo escucho es distinto y eso hace muy atractiva su música, tanto para el público como para mí, junto a él.
E. M.: –Yo admiro a María profundamente, sobre todo su manera de decir, y su dinámica. Puede ir de un pianissimo a un fortissimo, y puede adaptarse a lo que le propongo musicalmente... Me permite tocar con mucha libertad. Utilizando una metáfora futbolera, ¡le tiro una pared y me la devuelve redonda!
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