EL ROCK SECRETO
Mimi Maura y Sergio Rotman viven la mitad del año en
Puerto Rico, aunque vuelven dos veces por año a Buenos Aires para
continuar con la carrera de la cantante. Pero sus viajes tienen también
un pulso rockero: junto a Ariel Minimal, entre otros, formaron El
Siempreterno, que recoge el guante de Cienfuegos, la banda en la que
Rotman se refugió cuando decidió huir de Los Fabulosos Cadillacs. Tras
un formidable disco, El Siempreterno toca su último show del año,
encuentro obligado para cualquier fanático del rock alternativo porteño.
Por Martín Pérez
Algo
así como una botella al mar: eso fue el álbum debut de El Siempreterno,
que apareció casi de la nada a comienzos del año pasado. Por entonces
Mimi Maura y Sergio Rotman ya estaban instalados en Puerto Rico, una
mudanza concretada gracias a los ahorros post-reunión de Los Fabulosos
Cadillacs y que se mantiene hasta hoy. Durante el ciclo lectivo de su
hijo Leroy, disfrutan del lujo cotidiano de vivir en una ciudad –¡una
isla!– tan cerca de la playa (y que queda sólo a un breve vuelo de Nueva
York), mientras que en las vacaciones escolares se vienen a rockear a
Buenos Aires. Fue en un Niceto hacia el final de ese verano, en el que
cerraban la mini-gira presentación de Días de sol, el último disco de
estudio del proyecto con Mimi, que casi sin decir nada Rotman se acercó a
unos pocos afortunados y les pasó dos discos que acababa de fabricar.
Uno era el tan demorado debut y despedida de Los Sedantes, con Mimi en
voz y Gamexane en guitarra. Y el otro era la novedad, la sorpresa, la
joya oculta del rock local del año pasado, el disco en cuestión: El
Siempreterno. Sin lanzamiento de prensa, casi sin una distribución
apropiada –se vendió por Internet y en una sola disquería de Belgrano–,
la pequeña tirada casera inicial se agotó y, a fines del año pasado, un
solo show en el Buenos Aires Club –ex Arlequines– dejó gente afuera y
confirmó que el grupo no era un espejismo, y sus canciones eran tan
reales como ver llorar a la Virgen. Porque eso es El Siempreterno: un
milagro rocker en el desierto. La botella llegando a la playa, con un
genio listo para conceder tres deseos: que el rock vuelva a ser un
lenguaje secreto, que tenga orgullosamente una historia detrás y que el
caldo de puño apretado que cocinó a fuego lento un grupo como Cienfuegos
no rasque el fondo de la olla ahora que hay público dispuesto a
alimentarse de él. “Cuando vuelve el alma al cuerpo / como cruzando
fronteras / este imperio de miserias / nos abre sus puertas muertas”,
cantan Rotman y Mimi en el tema que da nombre al grupo. Y El
Siempreterno se hace presente. Bienvenido sea.
PECES MANIACOS
Un viaje en auto por la I-95 Norte, de Miami hasta New Heaven. Ahí
es donde apareció por primera vez El Siempreterno, según confiesa
Rotman. “Leroy tenía dos años, y sólo se calmaba escuchando el tema de
los Teletubbies o uno del disco This is my Truth Tell me yours, de los
Manic Street Preachers, ‘The Everlasting’. O sea: El Siempreterno”,
explica, cómplice y satisfecho, instantes después del cuarto show de un
grupo que apenas si se puede denominar así, porque –con los viajes–
tocan cada tanto. Por ahora sólo repetirán el jueves que viene en
Niceto. “Mucho después, cuando ya estábamos ensayando juntos, Ariel
Minimal me recordó que canta ‘siempre eterno’ en la letra de
‘Introducción Declaración Adivinanza’, un tema de Cabeza, el debut de
Pez, disco que yo escuché mucho. Así que el nombre viene de ahí: de los
Manics y de Pez”, precisa. Los temas de El Siempreterno, por su parte,
se podría decir que fueron heredados del cuarto álbum de Cienfuegos, que
nunca llegó a grabarse. “‘Inyección de amor’, ‘Contradiós’ y ‘Más de lo
mismo’ fueron estrenadas en vivo con el grupo”, deja en claro Sergio,
que recuerda haberse puesto a recuperar algunos de esos temas perdidos
con la separación de ese primer grupo junto a Fernando Ricciardi
(baterista de los Cadillacs, Cienfuegos y Mimi Maura) y el Ruso (bajista
de Los Sedantes). “No es que pensaba hacer un disco solista, ni en
pedo”, se ataja Rotman, que ya había rockeado junto a Mimi en el disco
El fuego del amor, un homenaje a su ídolo Jeffrey Lee Pierce, el
malogrado líder de The Gun Club. Aunque él asegura que el nuevo grupo es
heredero de Los Sedantes, donde realmente aprendieron con Mimi a cantar
juntos. “La idea era armar una banda fantasma, con nuestras dos voces
al estilo del grupo X y varios guitarristas invitados.” Pero cuando se
juntó con Minimal para que pusiese guitarras en un par de temas, en una
tarde grabó todo el disco. “Hizo todo lo que imaginaba que tenía que
hacer... ¡sin que yo le dijese nada! Sólo le pasé los tonos”, se admira
Sergio. Creer o reventar. O como asegura la contundente letra de
“Contradiós”: “Creo en la ley de la gravedad / ¿Y en qué, si no?”.
NIHILISTA Y SEÑORA GORDA
“Sergio es mi hermano mayor en esto del rock’n’roll”, asegura
Minimal, que lo conoció casi al mismo tiempo que se ganó el apellido, ya
que Rotman produjo –allá lejos y hace tiempo– el único casete de Los
Minimals. “Siempre fui un admirador de su trabajo, e incluso sus temas
con Los Fabulosos Cadillacs siempre tuvieron el mismo ADN que de lo que
hizo después con Cienfuegos y El Siempreterno. Toda una escuela de punk
rock, con letras que siempre están batiendo alguna”, explica Ariel, que
no deja de recordar que fue Rotman el que lo metió en los Cadillacs, con
quienes grabó los últimos discos antes de la separación... ya sin
Sergio. “Cuando yo llegué, al toque él se fue. ‘Me trajiste y ahora te
vas’, le reproché. ‘¿Y ahora qué hago?’ ‘Quedate ahí’, me aconsejó. Y me
quedé.” “Puedo ya no ser un Cienfuegos, puedo dejar de ser un
Siempreterno, pero siempre voy a ser un Cadillac”, asegura Rotman, que
sin embargo mostró las garras de sus otros alias en El fin del amor,
tema que aportó para La luz del ritmo, el disco de regreso del grupo.
“Podría estar en El Siempreterno, es verdad. Pero lo compuse para ese
disco, y me encanta cómo lo cantó Gaby”, asegura, refiriéndose a Gabriel
Fernández Capello, alias Vicentico. Los escasos y apabullantes
veintidós minutos que duran los diez temas del debut, sin embargo, le
alcanzan para desplegar su ya clásico inconfundible arsenal de filosofía
punk. “Alguien resumió el disco anunciando: ‘Acá está de nuevo Rotman
con su nihilismo de señora gorda’. Pese a la evidente mala leche, me
pareció atinado. El problema es que esa señora gorda es una especie de
talibán suicida”, se ríe Sergio, que se enorgullece al avisar que ya
están casi terminando de grabar un disco nuevo. “Por ahora se va a
llamar El Siempreterno hacia el mar del carbón negro. Pero todo siempre
puede cambiar”, aclara este anti-predicador rocker, que suele tocar
luciendo una remera de Burzum, grupo noruego de black metal liderado por
Varg Vikernes. “Lo suyo no es black nada sino directamente racismo,
pero generado por un odio a la raza humana. Y ahí es donde se toca con
la obra de otros de mis ídolos musicales, como Morrissey, o Iorio, que
dice que llora porque ama. Y está en lo cierto. Porque esta sociedad en
que vivimos ya ha probado infinitamente que no es capaz de llevar ningún
proyecto adelante sin una masacre de por medio”, asegura. “No puede ser
que esto sea amor / esta raza nunca sintió amor”, acusa entonces en
“Bajo este sol”. Ninguna señora gorda: más bien rocker, nihilista y a
mucha honra.
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