El film del director rockero Cameron Crowe propone
un notable viaje hacia el interior emocional, filosófico y práctico del
grupo de Seattle.
Por Luis Paz
La
primera imagen que se ve en el DVD Pearl Jam Twenty (o PJ20), que es
parte de los lanzamientos del grupo de Seattle por sus dos décadas, es a
Eddie Vedder en corpiño, una forma elíptica de avisar que este
documental, así como lo hiciera No Distance Left to Run con Blur, es un
retrato visual semidesnudo de la banda: sus orígenes, su ascenso, sus
conflictos con la fama y, aunque tibios, también de egos, sus textos
fundamentales, legados e influencias, pero también una mirada notable en
el montaje del director rockero Cameron Crawe hacia su interior
emocional, filosófico y práctico.
Por supuesto que PJ20 es también una sólida iniciativa comercial
que, sólo en su formato DVD, ya le reportó ingresos por 450 mil dólares
por ventas en todo el mundo a Pearl Jam. Pero eso también es una señal
del modo en que el grupo ha trabajado, con una suerte de autogestión
artística con socios comerciales en el marco de una lógica de comercio
justo para sus seguidores. O lo que ellos mismos definen como “el
nacimiento de la doctrina del no”, como oposición a lo que dictaban las
corporaciones del entretenimiento durante los ‘90; y que fue una etapa
anterior a “la doctrina del qué” que encaró Pearl Jam luego de que nueve
de sus fanáticos murieran tras una estampida en su show en el festival
Roskilde, en 2000.Desde la Seattle de finales de los ‘80, cuando algunos de sus miembros se metían en el rock de la mano del grupo Mother Love Bone (encabezado por el carismático pero rápidamente fallecido Andy Wood), hasta el alcance mundial de la banda a finales de la década pasada, con un breve pasaje por su recordada presentación en Ferro en 2006, PJ20 apela, obvio, a imágenes en vivo de conciertos de todas sus épocas, a material de archivos propios de Eddie Vedder, Jeff Ament, Stone Gossard, Mike McCready y Matt Cameron (con un repaso veloz, también por una andanada de bateristas que los hace ver como los Spinal Tap del grunge), entrevistas y más que unas perlitas.
“¿Qué hace que miles de jóvenes de rostros angelicales de nuestros tranquilos barrios residenciales se gasten el dinero en amplificadores Marshall?”, se pregunta un locutor radiofónico de Seattle al comienzo de las casi dos horas y media de documental (sin contar otros 45 minutos de material extra). Y en PJ20 está la respuesta: la anodina vida social de los jóvenes de una ciudad industrial con una leve recesión y el sobrante de tiempo libre, gastado en casa en la investigación porque no había dinero para hacer otra cosa, fue el caldo en el que se coció esa materia enérgica de metal, hard rock, hardcore, punk, funk, existencialismo, surf y skate, camisas leñadoras y una actitud arrolladora que se conoció como grunge: el gruñido de una generación aburrida, sarcástica y encabronada.
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