En su historial se mezcla Superchango, los Decadentes, Suárez y Fito Páez. Esta noche muestra sus canciones en el Café Vinilo.
Por Luis Paz
Cada mañana, Juan Absatz camina hasta su bar favorito de la Chacarita y hojea los diarios mientras le sirven lo de siempre: café con leche y medialunas. Es un tipo sin vueltas, pero con detalles de buen gusto; un tipo de costumbres pero con habilidad para zigzaguear lo preestablecido, en el caso cafetero, variando cada día el horario. Todo eso impregna Nadie tiene la culpa, el segundo disco como solista del músico, fundamentalmente tecladista, que desde las sombras ha participado de proyectos de indudable capacidad para lo directo, el detalle, la costumbre y la personalidad: fue bajista de Suárez, integró Superchango, es parte de la banda de Fito Páez, fue productor artístico de Los Auténticos Decadentes, Javier Calamaro y Fena Della Maggiora, y ha colaborado como letrista con ese Calamaro, con Coti Sorokin y Andy Chango. Antes de presentarse esta noche en Café Vinilo (Gorriti 3780, a las 21), Absatz define: “Trato de ser lo más auténtico y genuino posible, y trato de correrme del lugar común, pero hago canciones y en la canción hay muchos lugares de los que es difícil correrse”.
“De chico escuché a The Who y a The Beatles, y eso te queda para toda la vida. Pero también siento que tengo que preguntarme por qué voy a repetir el estribillo en alguna de mis canciones. ¿Para que la pasen en la radio? Es difícil correrse de la lógica de la canción”, amplía y concede que, si fuera un “artista integral”, tal vez le costaría menos. “Pero no lo soy. No tengo cultura de video, me cuesta pensarme a nivel imagen, entonces todo lo que tengo son mis canciones y en ellas tengo que encontrar la diferencia. A mí me gusta tocar, me gusta componer. Decidí que eso sea mi distintivo.”
El intento dejó un surco que se nota apenas comienza su disco, con el corte “Nadie tiene la culpa” (en el que Jorge Serrano participa con voces), una curiosa progresión melódica de esas que funcionan en lo instantáneo por la rareza que dibujan. Pero una pieza que más allá del maquillaje muestra el rostro de un tipo con algo que decir sobre las relaciones; un modo que, si bien no es nuevo, sí es diferente al modelo narrativo de la telenovela del que la canción argentina reciente se vale demasiado a menudo. “Creo que en este disco hay un cambio muy grande respecto de mi trabajo anterior, sobre todo en el modo de componer las músicas y las letras. Aunque seguro que nadie va a notarlo, porque no se sabe qué hacía antes, no soy un tipo conocido”, dice con esa misma humildad que tiñe su disco y con un margen no del todo cierto: quizá no sea conocido, pero su trabajo ha circulado bien y por un tiempo.
“Reconozco que hay una persona continua que viene de mi disco anterior (Descarriado) y pasa por éste. Pero son momentos distintos que se traducen en decisiones diferentes a la hora de encarar la escritura, el canto o los instrumentos”, apunta Absatz, que a diferencia del anterior, en el que había registrado “miles de pistas” él mismo, con ayuda de unos cuantos músicos, grabó Nadie tiene la culpa con la banda tocando en el estudio. El resultado de esa decisión es un disco con sentimiento y agilidad también en lo interpretativo, pero que sin embargo no cae en el vicio de ese método de registro, por el que a veces todos los temas suenan más o menos iguales. En el álbum de Absatz hay una variedad que abraza al foxtrot, al reggae y al vals, como su pluma puede referirse a las Torres Gemelas, el Muro de Berlín o a una mujer en retirada. “(El ingeniero de sonido) Eduardo Bergallo y (la cantante y pianista) Carmen Baliero me ayudaron mucho, dando ánimo e ideas para el disco”, cita. Además, esa rica base musical y poética se ve reforzada de a ratos con los arreglos de cuerda del notable sastre de canciones que es Alejandro Terán.
“Si bien el disco habla lo suficiente sobre lo inevitable y todas esas cosas que exceden a nuestra voluntad, no creo necesariamente en el destino o la predestinación. No me suena a que el mundo funcione así, pero sin duda hay cosas que ocurren más allá de la incidencia concreta de las personas”, piensa. Y cierra: “Saldrá el número que salga, pero uno tiene que jugar sus fichas. Y el arte es un lugar ideal para tomar ese riesgo”.
“¿Qué pretenden de Fito?”“Leí la contratapa de Fito, punto. No le doy mayor relevancia a todo lo que se armó luego. Lo conozco por tocar con él (actualmente es tecladista de su banda) y es un tipo extremo en todo. Cuando ensayamos y sólo estamos los músicos, ni un fotógrafo, ni un productor, el tipo transpira la camiseta como si estuviese tocando en River. ¿Qué pretenden de un tipo así? ¿Tibieza? ¿Moderación? Es su postura. No será delicada, pero creo que fue más lo que se armó y se dijo luego que la carta en sí misma. Con lo que le pasó a él queda claro que somos ovejas que vamos hacia donde nos mandan: ‘Y hoy hay que irritarse por Fito’ y vamos todos a irritarnos. Me causa gracia que oportunistas de verdad lo tilden de oportunista; y me da algo de asco que pelotudos de la televisión digan que Fito Páez es un pelotudo. Punto.”
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