Por Carlos Bevilacqua
Lo suyo parece ser el mestizaje. El concepto aparece una y otra vez durante la charla con Yusimil López Bridón, más conocida como Yusa. Al referirse a sus ancestros, cuenta que por sus venas corre sangre aborigen, española, negra y francesa. Al describir su música, habla de raíces cubanas tradicionales (trova, son y rumba) proyectadas hacia sonoridades del jazz, el rock, el pop y la música brasileña. Al ponderar su banda argentina, destaca la capacidad para intercambiar roles protagónicos que tiene en el baterista Cristian Faiad y en el bajista Quique Ferrari. Hasta cuando adelanta el tono de los recitales que dará mañana y los siguientes dos domingos, a las 21, en Café Vinilo (Gorriti 3780) promete cruzar su repertorio con los de Ana Prada, Edgardo Cardozo y Raly Barrionuevo, respectivamente. Esos encuentros, que en algunos tramos la llevarán a interpretar las canciones de ellos y a ellos a interpretar las de ella, conformarán el segundo capítulo del ciclo Descarga con amigos. El mismo que el año pasado, en su primera edición, fue plasmado en un CD en vivo coproducido entre la cantante y el local de Palermo Viejo.
El hecho de que ése, su quinto disco, haya sido grabado en Buenos Aires no es fortuito. Desde hace dos años, la cantautora y multiinstrumentista cubana reside en la Argentina casi tanto como en su país. “Ignoraba que aquí había un público que me conocía hasta que vine a tocar por primera vez, a fines de 2008, gracias a una invitación de mi compatriota Santiago Feliú. Apenas llegué, sentí como un mazazo en la cabeza”, arranca el relato de su romance con el público argentino. “A los demás lugares del mundo tú vas, actúas según lo tenías planeado y te vuelves sin más. Eso acá no es posible. La Argentina te marca. La gente es muy extrovertida y afectiva, particularmente ante la palabra Cuba. Pero además la avidez por lo cultural que existe en este país no la vi en ningún otro lugar del mundo. Y mira que yo he viajado...”, compara, aludiendo a las múltiples giras que realizó, sobre todo por Europa y Japón, desde que se lanzó como solista, hace 14 años.
El idilio se prolongará este mes en situaciones que Yusa palpita con entusiasmo. Como el abordaje que podrá hacer desde las cuerdas con las guitarras de Cardozo y del cubano Elmer Ferrer, invitado para la ocasión. O su complicidad con la uruguaya Ana Prada –también cantautora–, producto de muchos escenarios compartidos. “Con Raly directamente tenemos un dúo con el que ya tocamos en Rosario y Córdoba, así que tenemos un repertorio común bien definido”, subraya.
La afición de la entrevistada por la música argentina se remonta al final de su adolescencia, cuando luego de una rigurosa formación clásica de 12 años empezó a llenarse los oídos con Charly García, Soda Stereo, Fito Páez y Mercedes Sosa. Según cuenta, ellos convivían en su discoteca con Black Sabbath, AC/DC, Deep Purple y Pink Floyd. “Fue toda música que me marcó mucho, lo mismo que me pasó después cuando empecé a escuchar a Hermeto Pascoal”, agrega. Los discos de sus padres, lo que emitía la radio, lo que se escapaba por las ventanas de los vecinos, lo que le sugerían sus colegas músicos, todo era absorbido por su curiosidad.
Yusa toca guitarra, bajo, percusión, piano y tres, instrumento típico de la música cubana. Gracias a esa guitarra de tres cuerdas dobles logró su primer empleo en Tropicana, el mítico local nocturno de La Habana. “Ahí empecé a acercarme a la salsa, la música más urbana de Cuba. Y también a un mundo diferente al mío, la vida de los tragos, el cabaret. Era gracioso, yo toda buenita tocando con aquellos diablos”, sonríe al evocarlo. “Luego de aquello, armé el octeto femenino Soneras Son, en el que todas íbamos rotando entre el tres, el piano, y la percusión. Cuando se hizo difícil seguir trabajando con tanta gente, aquello devino en un quinteto llamado Cuasi Jazz. A mí siempre me gustó el jazz. Cuando estudiaba música clásica al piano, me ponía por mi cuenta a sacar los solos de Chick Corea.” Hoy ese gusto late en los timbres de su banda, pero también en muchos arreglos y en el tono intimista de algunas letras.
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