“Yo nunca dije la verdad”
El ex baterista de Los Piojos cuenta cómo fue su visión sobre el final de la banda y el rol de sus ex compañeros después de la muerte de Tavo. Rutina nueva, proyecto nuevo en ciernes.
Por Lucas Kuperman
”La grulla es un animal muy poderoso, fiel con los compañeros. Transmite fidelidad, y tiene mucho poder, mucha fuerza. Hay un símbolo japonés de una grulla peleando contra un tigre, y gana la grulla. Lo ves tan pacífico y es un animal muy fuerte”, explica Sebastián Cardero, más conocido como Roger, desde su etapa tras los parches piojosos. Y continúa: “Leímos que la grulla emigra todos los años de Alaska al Polo Sur, sin bajar, vuela de un solo tramo, y se nos vino a la mente el poder que tiene y lo empezamos a enroscar diciendo que estoy migrando de un palo al otro. Lo mismo que los chicos que tocaban en Audire. Estamos volando de un lugar a otro totalmente, a hacer otra cosa, a cambiar de hábitos, de vida. De tocar en una banda grande a hacer un cambio en mi vida, volver de vuelta a pelearla. Nos pareció que el nombre iba bárbaro”, sentencia el baterista.
Roger es un tipo sencillo, simpático, desenvuelto, y con esa humildad explica que la idea de juntarse a tocar con Fernando, su hermano, surgió hace años, pero que los tiempos que le dejaban Los Piojos no alcanzaban. Esto a Roger le generó vértigo, ya que por un lado la necesidad de tocar y de no separar una parte de la banda estaba latente, pero por el otro sentía que era una cuestión de amistad y no un sentimiento real por generar música. “Me costó darme cuenta de eso. Fue una decisión jodida, porque con Tavo somos muy amigos, por no decir fuimos, somos muy amigos. Es difícil enfrentar ese pensamiento, decir: ‘Loco, me bajo de esto para ver qué quiero hacer’.”
El batero cuenta que en febrero lo llamó Guillermo Cudmani (cantante y guitarrista de El Vuelo de la Grulla) para hacer un trabajo de sesión para un músico del exterior. Cuando terminaban los ensayos para ese laburo, de los que también participaba Fernando Cardero, se quedaban zapando y comenzaron a surgir distintas ideas, hasta que decidieron darle forma, y armar una banda.
“Me fui a lo de Pablo Romero (guitarrista y cantante de Arbol) con el demo y se lo mostré. Me preguntó qué quería hacer, y le dije que yo era baterista, que no era frontman, ni nada por el estilo. Ahí me dijo que me iba a ayudar, y seleccionó cuatro temas del demo para que los laburemos.”
Así comenzaron a grabar su debut discográfico, aún sin nombre, en el estudio del guitarrista, contando con la ayuda de Piti, Tavo, Diego Arnedo, Pablo Romero y muchos músicos amigos que colaboraron grabando, y facilitando equipos e instrumentos.
–¿Cómo modificás la cabeza cuando pasás de tocar para 70 mil personas, a tocar para trescientas?
–Disfruto haber vivido lo que viví, y de tratar de utilizar todo lo que aprendí en esa etapa para llevarlo a cabo en ésta. No es volver a empezar, tengo otra edad, otra cabeza y otras cosas vividas. Yo tuve la posibilidad, dentro de la Argentina, de haber sido uno de los músicos que más gente haya metido en un estadio con su banda. Ojalá esas cosas las pueda vivir de vuelta. Lo mismo decíamos con Piti, son cosas que ya viví, y sé que eso va a llevar un tiempo. Voy a hacer todo lo posible, con lo que aprendí, para poder lograrlo y tratar de equivocarme lo menos posible.
El músico cuenta que armó un perfil en Facebook para empezar a tener contacto con la gente, porque muchos querían saber qué estaba haciendo, ya que habían pasado casi dos años desde la separación de Los Piojos y, hasta el momento, él se había “guardado”.
–¿Cómo se dio la ruptura con Los Piojos?
–No fue un parate, como se había dicho, sino una ruptura. Fue un mensaje mal dado a la gente. Hoy ya lo digo y tengo mensajes de gente que dice: “Gracias por decir la verdad”. Yo nunca dije la verdad porque no salí a decir nada. Fue un mensaje mal dado de una persona, y no estuvimos todos de acuerdo con eso. No salgo a hablar, ni a decir cosas malas porque respeto mucho al público, que me trató bien desde el momento cero. Estoy inmensamente agradecido de todos los años que viví en la banda. Fui parte de esa familia piojosa que fue increíble, creció día a día y la respeto hasta el día de hoy. Esto tiene que ver con cosas que van a quedar en la banda y respeto quien las dice y quien no las quiere salir a decir, pero no me parece mentir. A la gente le digo que Los Piojos no pararon, se separaron. Lo que se salió a decir no fue lo que realmente pasó. Aclaro, pero no comparto ni me involucro en que la carta que se difundió no está escrita por todos Los Piojos. Fue una decisión tomada por toda la banda, en la cual se separó, no tomó distancia. Por algo se tocó en River, si no, hubiéramos tocado en el Buenos Aires, como estaba planificado. Los Piojos no van a volver a ser nunca lo que fueron, Tavo era una pieza fundamental de la banda.
–¿No creés que con tantas declaraciones cruzadas, que ventilaron internas de la banda, traicionaron el manejo que habían realizado durante 20 años, de que todo quedaba ahí? Uno decía Los Piojos y se le venía a la cabeza la banda de amigos que logró llegar.
–Cada uno tiene que salir a decir lo que quiere decir. Los Piojos se separaron porque pasó eso, había dejado de ser esa gran banda de amigos. Se perdieron algunos códigos desde ese lugar. La gente crece, toma otros rumbos, cambian sus prioridades, las necesidades, y ya no es la banda de los pibes de los 18 años, es la banda de tipos de 35 años, con familia, sus vidas y un montón de intereses. Ahí la banda no llega a ser lo mismo que era antes. No me gusta jugar con los sentimientos de la gente, y mucho más con esto. Son cosas que están claras, tanto para mí como para la gente. El día que tocamos en Groove estaba muy claro de qué lado estaba una parte de la banda y la otra. Dejó de ser tan importante la banda de amigos, y ahí fue cuando dijimos: “Los Piojos no se tocan”. Cuando se quiso tocar a Los Piojos, toda la banda se separó. Cuando estuvo la posibilidad de que dejaran de ser lo que fueron, se separó. Para que no se perdiera lo que generaba Los Piojos, lo dejamos. Yo creo que Los Piojos van a seguir siendo Los Piojos, porque se separaron.
–Después del accidente de Tavo, ¿no surgió la idea de juntarse, por lo menos a modo de homenaje? O para ayudar a la familia con lo recaudado.
–No. No hubo nada, sólo contacto visual cuando nos vimos. Nada de nada, cero respuesta. Había salido un rumor de juntarnos, pero yo no me enteré de eso. La gente se autoconvoca, y eso está bien para mí. Si les hace bien, está bien. No quiero que se engañen y les haga mal. La realidad es más dura de lo que se cree a veces, por eso no hablo tanto. Eso quiero tratar de guardármelo para mí y para mi psicólogo (risas).
La canción a su amigo
“No había compuesto letras en Los Piojos. Sí la parte musical y rítmica de la canción. Pero a nivel letras, no soy un buen poeta, y no me sale. Cuando fue la muerte de Tavo, Fer y Guille me preguntaron si no quería que trabajáramos una letra sobre él. Fue muy natural de parte mía escribirla, y fue un gran desahogo, porque estaba con muchas ganas de buscarle la vuelta de rosca para meterlo en el disco. No lo pude tener grabando, pero necesitaba tenerlo ahí. Me parece que quedó un temazo con una velocidad increíble. Espero que lo que puse ahí llegue a los que hayan conocido a Tavo.
–Está buena la vuelta de rosca de no haber hecho la típica balada melancólica y hacer algo con mucho power.
–Tavo era un tipo melancólico, era un tanguero, tenía amigos de 70 años, por eso le puse Chico viejo. Era coleccionista, tenía antigüedades, le gustaba tener las revistas El Gráfico y todo ese tipo de cosas, discos de todo tipo. Para melancólico lo tenía a él. Yo no soy eso. Hoy por hoy, soy El Vuelo de la Grulla y lo quiero tener plasmado en lo que soy. Ponerlo en la velocidad que estoy. Me gusta tenerlo presente en el disco.
Con su alma en Sudestada y su
manera de actuar.
Chico izquierdo, chico viejo, no te
puedo encontrar.
Ya no estás, no estás.
La marea que te aleja hasta otro
lugar.
Donde no puedo encontrarte,
donde no puedo estar.
Te veré...
Un espejismo postal del sueño que
acabó.
Un artificio virtual se tornó una obsesión.
Te recuerdo.
Una vez soñé que tu cara estaba
presente.
Te veré...
Un espejismo postal del sueño que acabó.
Un artificio virtual se torna una obsesión.
Te recuerdo.
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