El ex Guns’n’Roses asegura que la sociedad vive en un ritmo vertiginoso y que si no salen bandas como a principios de los ’90 es producto de la hiperinformación: “Ahora las bandas no tienen tiempo para desarrollarse”.
Por Mario Yannoulas
Apogeo y caída. Cual observador participante de lujo, Gilby Clarke vivió exactamente eso con la última banda joven de rock and roll capaz de llenar estadios por casi todo el mundo, causando cierto espanto en la gente mayor. Desde el comienzo de la gira presentación del doble Use Your Illusion –que los paseó por el planeta hasta terminar en la Argentina– hasta la grabación de un irregular disco de covers (The Spaghetti Incident?) y la posterior disolución de su dupla más exitosa, protagonizada por Axl Rose y Slash. Desde aquel entonces, el segundo guitarrista de Guns’n’Roses entre 1991 y 1994 quedó ligado al universo del glam rock, las bandanas y las alfombras rojas del rock. Hasta hoy, Gilby convivió con el subtítulo de “Ex Guns’n’Roses” sin irritarse. Es más, prefirió capitalizarlo: los afiches que promocionan su presentación en la fiesta Glamnation prometen un set “Gunner” en la lista de temas.
“Apreció mucho todo lo leales que han sido conmigo en la Argentina, y creo que es porque siempre llevé mi música con honestidad e integridad. Esta vez no sé si van a escuchar todas las canciones que quieran, pero estén seguros de que va a ser un buen show de rock and roll”, adelanta desde Los Angeles, sin perder la oportunidad de elogiar a la monada local: “Siempre digo que la Argentina tiene los fanáticos más apasionados del mundo. Fui por primera vez con Guns’n’Roses, y quedé muy sorprendido ante la efusividad que la gente ponía en la música”.
A los 48 años, ya padre de una adolescente, Gilby ha recorrido diferentes alineaciones que hallaron en él un tipo versátil. “Soy un guitarrista de rock and roll, toco lo que siento y busco la mejor manera de aportar. Uno de mis guitarristas favoritos es George Harrison, siempre me fascinó la forma en que contribuía y trataba de hacer mejor a la canción. Nunca toqué para mostrarme, trato de tocar con honestidad para con la música”, define. Paralelamente a su carrera solista, que comenzó en 1994 y cuya última producción fue hace tres años, formó parte de Slash’s Snakepit –el proyecto solista del guitarrista de los rulos inmediatamente posterior a GNR–, tocó para Nancy Sinatra y, en 2006, se sometió a un reality show televisivo llamado Rock Star: Supernova, donde buscaba cantante junto al baterista Tommy Lee de Mötley Crüe y Jason Newsteed, entonces ex Metallica. El grupo, sin embargo, no pasó de la grabación de un primer disco y se derritió sin pena ni gloria: “Yo quería tener una nueva banda, grabar un disco, hacer giras, no me interesaba salir en televisión. Quedé muy decepcionado por la forma en que terminó todo. No estaba tan seguro de involucrarme en eso porque no me parece que la tele represente a una banda de rock de la mejor manera; pero cuando me senté a charlar sobre el proyecto, me di cuenta de que era una oportunidad para formar una banda y tocar con grandes músicos. Antes de que todo terminara, la experiencia fue muy buena”, retrocede.
–¿En qué tipo de banda preferís tocar?
–Creo que la formación que más me gusta es el trío, porque te conectás más como banda, te escuchás más con los otros, mientras que en un cuarteto la cosa es más individual. No digo que sea mejor o peor, pero el trío es la forma que más me gusta, y así probablemente sea mi próximo disco. Una sola guitarra, algo un poco más directo.
–¿Por qué no surgieron más bandas jóvenes de rock crudo como fueron los Guns’n’Roses a principios de los ‘90, capaces de llenar canchas donde sea?
–Yo sé por qué: ahora las bandas no tienen tiempo para desarrollarse. En esta época, cuando aparece una banda nueva enseguida sale todo sobre ellos en Internet. Yo creo que los grupos necesitan tiempo para construir una identidad, lleva tiempo formar una banda de verdad. Pero ahora, si sos un buen cantante, más que una banda vas a querer volverte un solista al estilo American Idol, porque así te quedás vos con todo. Para formar una banda se necesita mucha gente poniéndose de acuerdo y trabajando juntos para algo. Es triste, pero es la realidad: la gente no se junta como antes.
–¿Ves posible una reunión de Guns’n’Roses?
–No. No creo que Slash y Axl se junten nunca más, y no se trata de una cuestión de plata. Creo que a los dos les está yendo bien y necesitarían sentarse a charlar, pero no veo que eso sea posible. Igual, a Slash no lo veo desde enero, y a Axl desde hace diez años. Con Duff (McKagan) sí hablo todo el tiempo, y Matt (Sorum) tocó con mi banda hace tres semanas.
Antes de arribar a Sudamérica, Gilby le sacaba punta a su otra profesión: la de productor musical, que lo ha arrimado a grupos como LA Guns y Vains of Jenna. Por estos días trabaja con una “banda nueva” californiana llamada Archer. Pero más allá de su gira solista y las producciones que le toquen en suerte, no proyecta demasiado a futuro: “No tengo ni idea de qué voy a hacer. El negocio de la música cambió mucho en los últimos 5 o 7 años, se volvió más duro. No es tan simple como levantarse un día y decir: ‘Bueno, voy a grabar un nuevo disco’. Financieramente, los riesgos son grandes. Hay que hacer videos, promoción, necesitás marketing, gente detrás tuyo, todo eso parece sobrepasar al hecho artístico, cuando se supone que tendría que ser lo principal, algo que conecte a la gente”.
–¿Por qué decís que cambió tanto en estos años?
–Creo que la música no es tan importante en la vida de la gente como era en otra época. Antes la gente daba su vida por la música, ahora hay demasiadas distracciones. La gente está con los videojuegos, no quiere comprar un disco sino apenas una canción, y para un artista esto es, naturalmente, muy duro. Los que estamos en esto no ganamos la misma plata por una canción que por diez; así se hace mucho más difícil poder dedicarse como se debe.
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