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martes, 7 de diciembre de 2010

FRANCO LUCIANI Y EL TRIO DE FEDERICO LECHNER, EN EL FESTIVAL DE JAZZ DE BUENOS AIRES.





Armónica y piano en un juego sin límites

Lo que comenzó como un simple registro de lo que habían tocado en una residencia de una semana en el Café Central de Madrid se convirtió en el exquisito Falsos límites, que presentan hoy.






Por Diego Fischerman

Se trata de una dinastía con pocos nombres: Larry Adler, un posible fundador. Toots Thielemans, por supuesto. Y, en el Parnaso de la armónica, también un argentino: Hugo Díaz. Franco Luciani, rosarino y ex baterista, descubrió ese instrumento, justamente, con un disco de Thielemans comprado por el padre. Y la referencia a Díaz le resulta inevitable y, además, grata: forma parte del grupo de homenaje al gran instrumentista que comanda su hija Mavi Díaz. Y, como el santiagueño, se mueve con una curiosidad permanente. Integrante también del Proyecto SanLuCa, con Raúl Carnota y Rodolfo Sánchez, Luciani ha tocado con Mercedes Sosa, Fito Páez, Divididos y Lila Downs, entre muchos otros. Ahora, junto con la reedición de Armusa, su primer disco, Acqua acaba de publicar Falsos límites, junto al trío de Federico Lechner, que los músicos presentarán en vivo hoy, a las 20.30 y en La Trastienda, en una actuación compartida con el cuarteto del trompetista Diego Urcola, dentro del Festival de Jazz de Buenos Aires.

El título del disco, Falsos límites, remite sin duda a una apertura estilística que sus protagonistas reivindican de manera explícita. Lechner, un músico de jazz, toca habitualmente tango y folklore. Y Luciani, que entre otras cosas fue revelación en el Festival de Cosquín de 2002 y consagración el año último, se acerca sin problemas al jazz. “Este proyecto comienza, todavía sin que pensáramos en un repertorio en común ni mucho menos en un disco, la primera vez que viajé a Europa, en 2008, cuando actué en la que fue la última gira de Mercedes Sosa, y con Mavi Díaz, en homenaje a Hugo (Díaz) en la Expo Zaragoza”, cuenta Luciani. “Federico había tocado con su trío y, después del concierto, nos presentamos y empezamos a charlar. Yo lo conocía por los discos con Antonio Serrano, que es un gran armoniquista. Y allí se dio eso que es tan importante, y que tiene la música, que es la posibilidad de encontrarse con gente nueva, que nos sorprende y, al mismo tiempo, con la que sentimos como si hubiéramos tocado toda la vida. Un par de meses después, Federico vino a Buenos Aires, armando una versión con músicos locales de su trío español, y yo toqué un par de veces, unos pocos temas como invitado, en el ciclo Jazzología, del Centro Cultural San Martín, y en Jazz & Pop. Y hubo una química increíble. Yo estaba por ir a Europa de nuevo y él me propuso que hiciéramos una semana en el Café Central de Madrid, que es uno de los cafés de jazz más importantes de España y de Europa, y donde uno toca una semana seguida, de lunes a domingo. Tocamos esa semana y yo el jueves siguiente debía ir a Amsterdam. Los días que quedaban en el medio alquilamos un estudio y los usamos para grabar.”

Lechner, por su parte, aclara que “no teníamos otro objetivo que dejar un testimonio de lo que habíamos estado tocando. Fue después cuando concebimos que sería un disco”. Luciani, que liga esta edición con la nueva publicación de su primer disco, afirma: “Veo los dos discos como cierres. No observo un cambio de dirección, pero sí un recorrido. Veo todo lo que pasó. Y un disco de música argentina con este formato y con esta calidad permite mirar para atrás y sentirse satisfecho por lo hecho”.

El pianista, acostumbrado a tocar junto a un instrumento tan poco usual como la armónica, dice que, por supuesto, no es voluntario: “Es más bien casual. Pero debo ser el único pianista que toca con dos de los mejores armoniquistas del planeta. No sé, en todo caso, hasta qué punto todos los años que llevo tocando con Serrano me pueden llevar a tener un cariño especial por ese tipo de fraseo, por ese tipo de sonido. Pero, por otra parte, siendo que los dos son muy buenos, no se parecen demasiado entre sí. Tienen personalidades muy diferentes. Creo que la gran ventaja de la armónica para sumarse a un trío como el que tengo yo, es que posee ese timbre un poco cercano al bandoneón. Me costaría mucho hacer lo mismo con una trompeta o un saxo tenor. La armónica se mueve de manera fluida por el tango o el folklore y, desde ya, también por el jazz. Franco, además, frasea de una manera que es absolutamente argentina, que es lo que yo llevo buscando hace años. Poder improvisar, pero dentro de un lenguaje tanguero, por ejemplo. Que la fusión vaya más allá de los clichés”.

Luciani agrega, al respecto, que más allá de la figura tutelar de Hugo Díaz, la Argentina es un país donde la armónica tiene una presencia y una tradición muy importantes. “En Brasil, la armónica está mucho más cerca del jazz, incluso cuando en el Nordeste tocan forrós o choros. Acá hay un sonido absolutamente argentino. Y es que la armónica llega en los mismos barcos que el acordeón y el bandoneón. Está inscripta en nuestras músicas.”

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