Entrevista Dúo Wagner-Taján La pareja de La Plata tiene CD nuevo, “Piedra lunar”, que continúa en la línea del anterior, “Alma redonda”: una búsqueda vanguardista del folclore.
Por: Patrico Féminis
Antes lo contaba Tato, ahora te respondo yo, dice Vilma Wagner tomando la palabra por su compañero de músicas y destinos, Octavo Taján, para pensarse juntos, uno en el otro buscándose en melodías, en la intimidad sonora que los une hace diez años, cuando empezaron a recorrer sin ataduras el folclore del país y sus incógnitas, sin querer descifrarlas. Ellos avanzan, regresan y arriesgan: Wagner-Taján dúo, uno pensándose en la otra, son parte de los nuevos rumbos de la música popular de raíz y vanguardia sin estridencias: la conmoción está en el silencio.
Si en el disco Alma Redonda, el primero -allá por 2006- eligieron un mapa posible de obras entreverando el piano de ella, la guitarra de Taján y sus voces cristalinas, profundizan esa inquietud por la tradición -por delante- en Piedra Lunar, su segundo disco a punto de salir (por Discográficas del Sur, en convenio con Folklore BA). ¿A dónde se sienten ahora, mirándose reír en la noche apretada de calor en La Plata, y, junto a ellos, el bebé Thiago en su sueño de lunes ardiente? Responderá Octavio “Tato” Taján, guitarrista de años (se conocieron en Bellas Artes de La Plata, en el ‘99: ella arribó desde Azul; él, desde Cipoletti) siguiendo un deseo que fue común: música familiar. “Nuestra música busca posibilitar distintos acercamientos; difícilmente uno pueda abarcar todo lo que sucede en una canción al primer contacto con ella”.
Wagner asiente, moviendo apenas el coche de Thiago, esperando un hilo de aire por la ventana. ¿Qué es común entre el anterior y Piedra Lunar, además del encuentro de obras de otros y los temas de Taján -cada vez más-? “Elaboramos artesanalmente a partir de las imágenes sonoras -dice él-, en torno al ritmo, la armonía y las texturas, en la interacción de los instrumentos y las voces como un todo”. Queda ir a los desafíos en el disco nuevo, con varios colegas en yunta (ver recuadro). “Por un lado -dice Wagner-, incorporamos sonoridades a través de nuevos instrumentos (fagot, cello, bandoneón, flauta), pero buscando mantener la identidad estética”.
Y hallaron una síntesis en Diamante de Jorge Fandermole. “Esa canción cita a la piedra lunar, con muchos significados que recorren las letras”, cuenta Taján. La letra vuelve a oírse en la voz de ella: “‘Me han regalado un diamante y no sé qué hacer con tanta luz, abro mi mano un instante y brilla el cielo limpiando el azul’. Ese diamante toma distintas formas, palpables o no, pero es un aprendizaje hacerse cargo de las cosas que nos tocan el corazón”. El pulso de Piedra Lunar está en los arreglos -exigentes, cada vez más– a dos voces y maderas: decisiones en calma auditiva. “Nos conmueve -susurra ella- cantar canciones propias: conocemos la gestación de una historia, situación o sentimiento”. Quedarse oyendo, apenas, para recuperar esos mapas sonoros. “Uno como artista está todo el tiempo retransitando caminos: vas madurando y resignificando cosas”, sabe Wagner. Y un disco “no deja de ser una instantánea. Uno sonríe o se sonroja con fotos viejas, pero también siente nostalgia por ese tiempo”, dice con los anhelos, aquí, en La Plata bajo la luna.
“Nuestro deseo es llevar el disco a donde se pueda: tiene nuestra fuerza y el sueño de que la gente también pueda sentirlo”.
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