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sábado, 30 de mayo de 2009

VIVIVA GENAUX_DEBUTA EN ARGENTINA


























Una cura contra el frío
Nacida y educada en Alaska, la notable cantante lírica Vivica
Genaux debuta en la Argentina.


Por: Sandra de la Fuente

Nada más alejado del frío paisaje de Alaska, su tierra natal, que la cálida voz de la mezzo especializada en barroco Vivica Genaux. Ni las más difíciles coloraturas haendelianas ni la incómoda conversación telefónica con una inquisidora y desconocida cronista logran quitarle vivacidad a su expresión. Es que la música ha sido para Genaux el más efectivo curativo contra el frío y la soledad. "Alaska no es para nada esa tierra abandonada a la buena de Dios que muchos imaginan. Las artes están muy desarrolladas porque propician el encuentro, son un modo de escaparle a los larguísimos inviernos. Durante mi infancia y adolescencia aquí no me privé de ninguna de las ofertas musicales: estudié violín durante 9 años y toqué en la orquesta, canté en coros y en bandas de jazz", cuenta desde Fairbanks, a poco de emprender la gira sudamericana que la traerá a Buenos Aires para actuar en el Teatro Coliseo, junto con el Concerto Köln de Alemania, dentro del ciclo del Mozarteum, el 1ø y 2 de junio.


Pero los escenarios de ópera no abundan en Alaska, ¿no es cierto?

Hay dos compañías de ópera con ambiciones. Cuando vivía aquí no había ninguna, pero teníamos mucho teatro musical. Por allí comencé, a los 13 años, con una producción extracurricular de mi escuela haciendo la Eliza Doolittle de My Fair Lady. La ópera había comenzado a desarrollarse en los años en que se venía a Alaska a buscar oro. Esos solitarios aventureros necesitaban diversión, y crearon nuestros primeros escenarios para canto y danza. Como los buscadores de oro venían de Italia se escuchaba buena ópera italiana en el paisaje más inhóspito. Pero esa tradición no volvió a alimentarse hasta estos años.


Es sencillo comprender su pasaje del teatro musical al bel canto, pero cuesta más imaginar cómo y cuándo entró en contacto con el director René Jacobs y lo más granado del movimiento historicista europeo.

Hacía ya tres años que cantaba La italiana en Argel y La Cenicienta de Rossini o la Musetta de La bohème de Puccini, y los entendidos empezaban a reclamarme más repertorio. Matthew Epstein, director artístico de la Ópera Lírica de Chicago, me sugirió que me acercara a la música de Johann Hasse.


¿Sabe por qué le sugirió el nombre de Hasse?

¡No! (Se ríe) Hace años que lo interpreto y sigo sin tener idea de por qué Epstein relacionó su obra con mi voz. Pero lo importante de la historia es que un mes después de esa charla tuve una audición con René Jacobs, que estaba armando una obra de Hasse y me sumó al elenco. La experiencia de trabajar con Jacobs y con el Köln -¡escuchar por primera vez una orquesta barroca!- significó abrir una enorme ventana a mi vida, me dio una pasión por esa música que, creo, tiene llama para rato.

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