En 1997, Andrés Calamaro alcanzó con Alta suciedad la popularidad y el respeto crítico que le franquearon su innegable lugar en el Olimpo del rock argentino. Diez años después, en 2007, con La lengua popular coronó su regreso al estudio de grabación, las radios y los escenarios. En el medio, una década de la que tanto se ha dicho: excesos, horarios rotos, maratones químicas, instintos violentos y –sobre todo– un inspirado, asombroso y ya legendario estado de gracia compositivo que lo llevó a vivir bajo el lema “una canción por día”, a editar el doble Honestidad brutal, el quíntuple Salmón y a colgar de Internet decenas de otras canciones. Ahora, la megacaja de seis CD y dos DVD ordena y repasa esos años. A continuación, uno de los textos en los que Calamaro presenta el asunto y lo que dice de algunas de sus canciones más conocidas.
Por Andrés Calamaro
En el supervip del aeropuerto me encuentro con Mister President, después embarcamos con Marcelito. Vamos a Mad City para cerrar la vuelta de España, y terminar de orientar la antología... Después de cenar, a 12 mil metros de altura, y con la mayoría del pasaje durmiendo, me pongo a escribir los siguientes párrafos...
Tendría que resumir una década de grabaciones, de episodios personales y artísticos, de vida llevada más allá de los límites de la prudencia y la actividad musical, una década que arranca con gloria, gloria que desemboca en desgaste y toxicidad, en desenfreno catártico, así en lo expresivo como en todos los órdenes de la vida y la noche...
Alta suciedad se grabó entre febrero & marzo de 997, entre New Jersey, NYC y Miami Beach. Los demos se grabaron en dos etapas, en marzo de 996, antes de una gira conjunta con Rodríguez & Joaquín Sabina, y después de la gira.
En diferentes estudios, pero con la misma máquina Fostex de media pulgada, un 16 tracks analógico, el no va más de los grabadores personales. Ya había experimentado con estos grabadores 10 años antes, pero en cuarto de pulgada y ocho pistas. Con esa máquina, la segunda, también grabamos los outtakes que serían las otras caras (de alta suciedad). Con el disco terminado armamos una banda que lo pudiera tocar en vivo, la piedra fundamental fue el talentoso artista baterista Pomo Lorenzo, quien además era un viejo conocido y un héroe personal; completamos el conjunto con Candy, Gringui, Guillermo y Ciro Fogliatta. Al año siguiente, de giras durante el verano argentino, escribí las que serían las primeras letras de Honestidad brutal, y entramos a grabar en mayo, con Guido, Javier y Coti, suponiendo que grabábamos un B-side, más, para Alta suciedad... Sin embargo, grabamos 16 temas, que sonaban como un verdadero disco, conceptualmente, por repertorio y por sentido y sonido... Pero no queríamos parar de grabar, y compaginamos actuaciones en vivo con las eternas grabaciones de Honestidad brutal, con el incontestable propósito de escribir 100 canciones en el estudio. Llegué a prometer, a Víctor García y a Guido, que después de la centena terminaba de escribir... de grabar.
Fue una grabación de nueve meses, más de una docena de estudios repartidos en cuatro ciudades, que terminó entre Miami, Buenos Aires y Madrid. Para entonces ya tocábamos con Vicent/José Niño Bruno en batería y teníamos un planteo más eléctrico, otra actitud escénica y habíamos perdido frescura para ganar en actitud e imagen, en sonido y en la originalidad de la propuesta en directo, con más blues y rock instrumental.
Al término de esta maratón de sesiones y conciertos seguimos grabando, principalmente en el estudio El Pie, y seguimos actuando hasta diciembre de 999, una fecha que quise considerar, artísticamente, apocalíptica, después de la cual opté por no comprometerme con fechas ni con nada, lo que nos costó desprendernos de una banda que tenía mucho más que demostrar. Una decisión difícil de la que podría arrepentirme si arrepentirse, de lo ya hecho, tuviera sentido. Habíamos girado con Bob Dylan, habíamos girado en circuitos de teatros y garitos, y habíamos girado eléctrico y grande, y despedimos, mucho más que un año, con cuatro teatros en Buenos Aires. Después de tocar el último, invité a toda la crew a mi casa de Recoleta, todos debidamente convidados y bien atendidos, escuchamos ese último concierto y me quedé en Buenos Aires a la espera del gran cambio de los calendarios: el próximo siglo.
Fue entonces cuando elegí comprar un sencillo grabador de cuatro pistas a casete y un teclado con ritmos incorporados, y recluirme para grabar y escribir, casi siempre conviviendo con, el texto de, Marcelo Scornik, El Cuino. Fruto de esos primeros tres meses de grabaciones, y conflictos severos con la comunidad de vecinos que nos denunció por daños, razón por la cual abandonamos furtivamente mi vivienda para seguir grabando en un apart de Barrio Norte, existe El Salmón. Después de tres meses de abstinencia parcial, de abandono en Madrid, finalmente entramos en Sintonía para terminar de producir este disco de cinco discos: volcamos los casetes en soporte virtual, y trabajamos para terminar 100, por así decirlo, concentrados en las soluciones del audio y en completar el stereo musical, con arreglos para cada una del centenar largo de canciones.
Cuando se editó El Salmón, ya habíamos repetido el sistema: 100 días, 100 canciones, para resumirlo de alguna forma, por lo menos dos veces más...
Así estaba, circa 2002, cuando me encontré con, mi querido y admirado, Jerry G, con quien nos hermanamos casi inmediatamente; fue por medio de Alberto Vacas que conocí a Jerry, y al poco tiempo a Josele, Diego el Cigala y Limón. Yo estaba en el pico de mis capacidades musicales, dominando diferentes técnicas de grabación rudimentaria con insólitas maneras, incluso las guitarras y los teclados parecían no tener límites por entonces. Pero mis idas y vueltas a Buenos Aires eran constantes y dependían de los reflujos vitales. Finalmente recuperé cierto orden y llamé a Guido nuevamente para resucitar algunas grabaciones del portastudio y grabar música para el film El delantal de Lili, algo que hicimos con completa dedicación y emoción. Pero terminado este proyecto con el cine de Mariano Galperín, volvimos a intentarlo con aquel repertorio posterior al Salmón, preparamos los programas virtuales de RSV y fue cuando sentí que me costaba un poco sacarles provecho a las grabaciones.
Por aquel entonces llamé a Javier Limón, con quien imaginamos un disco de Gardel o boleros, grabado con Josele... que finalmente sería El cantante.
Me despierto con las luces del día, ya son las once de la mañana de este lado del mundo, pero todo el pasaje sigue durmiendo, no así el Presidente González, a quien vuelvo a saludar en la intimidad de... ser los únicos dos pasajeros despiertos. Mágicamente, como llamado por la casualidad, encuentro a un compatriota, que me cuenta de amigos en común, y me da las claves para encontrar a Diego, a quien estaba buscando para contarle de “nuestras” grabaciones, que pienso incluir en esta antología; lo sé sensible y no quiero ofender su honor incluyendo las mismas sin antes contárselo.
Antes de grabar El cantante, que fueron sesiones tranquilas en Batán, siempre con Javier y Josele, fueron los días de Jerry, grabábamos hasta la extenuación y después también. Sellamos una eterna amistad por las cosas que compartimos y por su humanidad poderosa y profunda. Lo siento como un hermano mayor, realmente compartimos mucho. Antes de Guido, de RSV y de Lili, yo estaba grabando con máquinas de Dj entreveradas con guitarras eléctricas, casi siempre fuera del formato canción. Qué pequeña parte, aunque representativa, va a quedar, a la vista de todos, en la antología.
El cantante y después: no fue un disco que me propuse presentar en vivo, hasta tres años DC, y lo lamento un poco, porque cuando tocó cantarlo, fueron conciertos intensos, con una superbanda de maestros derrochando buen gusto y talentos.
El cantante desencadenó en un disco deseado, donde enfocaríamos todo el repertorio en los tangos, lo que queríamos era grabar un disco con Josele, la fusión posible de la guitarra de Almería y el canto de Buenos Aires, finalmente, conmigo casi instalado en Camboya, terminó siendo Tinta roja, un disco que empezamos con “El día que me quieras” y completamos con cinco guitarras profundas de José, los pianos de Reinoso, y un encuentro entrañable, y eterno, con Juanjo Domínguez, a quien fuimos a visitar en categoría de admiradores como quienes buscan un tesoro; y lo encontramos. Cuando volví, por enésima vez, de Madrid, fue cuando conocí a Bruce W en el avión, no sabía con qué naturaleza de “vuelta” me estaba por enfrentar, pero fue un momento de definición vital por muchos motivos, sabía que volvía, o llegaba, para encontrar un destino que terminé encontrando en las relaciones con la vida y con la música: un reencuentro con las verdaderas funciones del corazón de un hombre, además de bombear sangre: el amor y la música, por lo que uno va a vivir.
Ese mismo invierno fui a ver a los Wild Cats reunidos y le confesé a Nebbia mi humilde respeto y mi deseo de intentar algo juntos, que finalmente fue El palacio de las flores, ese mismo año salió editado mi Regreso con Bersuit, y Tinta roja.
Mezclando El regreso, en Leloir, ya estaba escribiendo algunas letras que forman parte del repertorio de El palacio de las flores.
Al año siguiente me instalé dos meses en Rosario, testigo del rodaje de El portaligas, de Páez, y escribí la semilla de La lengua popular. Fue durante esa larga estadía frente al Paraná que sellamos el encuentro con Ariel, para Valladolid, y la gira con los geniales músicos que, por entonces, eran la banda de Paco De Lucía. Dos cosas.
A fin de año tocamos dos veces con Ariel en Buenos Aires, y elegimos fecha para arrancar las sesiones de La lengua popular, con Cachorro, y en Saavedra.
En febrero de 997 empezamos a grabar Alta suciedad y en febrero del 007 (año band) arrancamos con las de La lengua popular. Los años de rabia y miel: una década encontrada.
Corazón en venta
Es una de las primeras canciones que hicimos después de El Salmón. En nuestro radio-cerebro era un gran éxito (que nadie conocía y quizá nadie escucharía jamás). Es una letra del palo, una apología a la soledad y cómo resistirla, de naufragar en una balsa de madera, de soltar amarras... Sin embargo, la opinología es una ciencia tan inexacta que nunca terminó de entender la solvencia de este texto musical. Le tocó un tiempo donde las rimas se consideran vulgares sólo por el hecho de rimar, de existir. Pero el tiempo le va a dar la razón al corazón, a la música y al sentimiento. Nunca a los necios. “Corazón en venta” es un texto (aunque no tenga mayor sentido analizarlo aparte de la música) que respeta la estética del rock poético y narcótico, construido sobre pilares como la soledad, el exceso y el naufragio... Además, el primer verso es “Gran alfombra roja” (para mi gusto, son detalles así los que distinguen una letra interesante).
Mi funeral 11
Los funerales, originalmente, son un disco entero de canciones con el mismo nombre. Esta es la duodécima, porque había dos “Funerales 9”. Grabé todos los funerales seguidos y después me fui a dormir. Lulo Pérez preguntó si podía quedarse, grabando, hasta las seis de la mañana. Le dijimos que sí. Fue a su casa a buscar las percusiones, volvió, y seguimos grabando. Grabábamos dos trompetas libres y la tercera era un arreglo. Así grabamos doce canciones la primera noche. Lulo y Liberto fueron los últimos músicos que grabaron para El Salmón. Las últimas dos sesiones.
Te quiero igual
Fue el talón de Aquiles de las rimas, un impulso para las canciones escritas con versos en prosa, desde él vamos a repetir insistentemente la frase-título, fue una provocación para el rock hormonal, puesto que, se supone, el rock no necesita decir “te quiero” y mucho menos repetirlo veinte veces en una misma canción de rock’n’rolla, aunque no sea una regla blindada. Otra traducción literal de “te quiero” es “I want you” y es un link inevitable para los historiadores, porque nos traslada al disco doble por excelencia, que es Blonde on Blonde. Ahorrar ceniza en el cenicero es un código marginal de consumo de sustancias, el florero delator fue un episodio de rabiosa actualidad, directamente ligado a la traición y a la cocaína, los ojos abiertos, más aeropuertos, un vestido y un amor... O cómo un éxito puede, al mismo tiempo, ser una canción incomprendida.
Media Verónica
Este es un texto que aprecio, dentro de Alta suciedad destaca como letra, por su aparente profundidad, por las lecturas emotivas que parece ofrecer a los que la escuchan... Un texto que aparenta existencialismo teen y al mismo tiempo no, no puedo explicarlo, creo que solamente estaba escribiendo. “Media Verónica” no existe, no es nadie. A veces creí pensar que la canción tenía protagonista femenina, una joven con existenciales males, conflictos, pero ahora mismo no estoy seguro de si quería escribir algo en concreto o ponerle ese nombre a una canción. Supongo que si fuera una canción escrita en otro idioma, a la gente le gustaría igual, aun sin entender la letra.
Crímenes perfectos
Nunca creí que fuera una canción muy buena, sin embargo percibía que en su vulgaridad tenía algo atrayente. Ya en los demos tenía algo venenoso en los estribillos, una frase irrespirable y doblada; el canto como instrumento. Excuse me... sabrán disculpar si no entiendo del todo por qué “Crímenes” es, probablemente, mi canción más celebrada. Me temo que toqué la fibra interior del pueblo mismo.
Paloma
Había algo que Páez siempre me quería decir sobre esta canción, pero nunca nos dejábamos terminar la frase. Algo sobre el carácter “intocable” de la palabra “Paloma” dentro de la tradición folklórica. Agudo Fito, porque la escribí con métricas que, suponía, eran propias de “algo” de nuestro folklore... Aunque no tenía ningún instrumento a mano, estábamos viajando, pero como hacen los letristas, me programé una métrica para escribir “con música” sin música.
Con Abuelo
Tiene momentos sólidos, así en la letra como en el contexto sonoro. Se desarrolla sobre una misma secuencia y no repite letra, tiene un arreglo complicado de coros durante todo el tema, pero la letra... tiene momentos de descaro, de valentía, de humor negro, de sustancia callejera y poética, de alegría... Quizás haya sido mi mejor canción... nunca se sabe. A veces, todavía, me cuesta creer que la haya escrito yo solo. ¡Quizá no estaba solo! Pero, nobleza obliga, apenas si roza la poética esperanza, la “lumínica” cadencia de los versos, la poesía, de Miguel Abuelo. Aunque parezca que está todo dicho, seguí, y probablemente siga dedicándole canciones a mi mentor, Miguel Abuelo Peralta, a quien quiero y sigo queriendo y extraño. See you soon, Mike.
Loco
También se llamaba “Barrio Norte”, pero “Loco” y “Flaca” me sonaban a los Adán & Eva (o Romeo y Julieta) del rock, del barrio... Todo Alta suciedad es un disco instrumental con letra, la raíz de las canciones es el groove, una secuencia armónica de r&b, una grabación y después otra grabación, la letra acompaña no sin cierta, o aparente, profundidad, o compromiso con las eternas preguntas de la raza humana...
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