Variaciones estéticas de una cancionista
Lo suyo fue desde siempre la pintura, y las
canciones llegaron después. Acaba de autoeditar su primer disco como
solista, Madera metal, que presentará este jueves en el C. C. Matienzo.
Por Sergio Sánchez
La
crisis de la industria discográfica parece ser, a priori, un hecho
devastador para la música. Sin embargo, si se hila más fino, la cosa no
es así. La crisis de las grandes discográficas y disquerías trajo
aparejadas la emergencia y la supervivencia de artistas –en su mayoría
independientes– más preocupados por la honestidad de sus canciones.
Antes que una restricción, es un desafío para los músicos. Si la obra es
buena, no se necesitan productores o sellos de peso; alcanza con las
posibilidades de difusión que permite Internet y el “boca en boca”. Un
ejemplo de ello es el trabajo que viene haciendo la cancionista Marina
Fages, quien acaba de autoeditar su primer disco como solista, Madera
metal, aunque no se trata de su debut en la música. La compositora y
artista plástica también integra el grupo de “punk folk” El Tronador,
desde 2008, y explota su costado más experimental en R353 y Los Hermanos
Turdera. “A las bandas independientes les sigue yendo bien. Por más que
tengas contrato con una discográfica, la manera de poder generar
ingresos es el vivo. Y a partir de que las discográficas ya no editan
tanto, las bandas se editan a sí mismas. Al arte honesto no hay con que
darle. Si hacés algo con ganas y sinceridad, llegás”, reflexiona Fages,
quien se presentará este jueves a las 21 en el C. C. Matienzo (Matienzo
2424), junto a Loli Molina.
La sonoridad escénica del disco fue alimentada por los aportes del guitarrista Fernando Kabusacki, músico invitado. “Metió muchas cosas que lo llevan para un lado orquestal. A algunos temas, como ‘Acantilados’ y ‘Hechizados’, les puso épica”, se alegra. Nacho Czornogas (saxo barítono, clarón y clarinete), Lucy Patané (bombo, banjo, latitas) y Martín de Lassaletta (contrabajo) también colaboraron en la grabación. La joven admite ser una fanática del disco físico, más allá de la crisis. Para ella, tiene larga vida aún. De hecho, junto a un grupo de músicos amigos, abrió en el Patio del Liceo la disquería Mercurio, un espacio para difundir música independiente y argentina. “Es como el sueño del pibe. Aunque tiene sus partes que no están buenas, como las cuentas. No hay súper ganancias, pero se venden los discos y el lugar se sostiene a sí mismo. Está buenísimo porque tiene una función social: es un punto de venta para todos nuestros amigos y para músicos colegas que no conocemos. Uno de nuestros lemas es ‘escúchalo en Bandcamp y cómpralo en Mercurio’. El objeto es el objeto. No le funciona capaz a Madonna, a las grandes discográficas, pero sí a un músico que se autofinancia.”
Fages cuenta que no hace mucho que se considera “música”. Lo suyo, primordialmente, fue siempre la pintura. Desde muy pequeña conoció su vocación por las artes plásticas y las canciones llegaron después. Hoy ambas disciplinas son casi indisociables en su vida. “Hace varios años que intento que las canciones y los cuadros estén unidos –explica Fages–. De hecho, hay estéticas iguales. Hay una serie de pinturas que se condice totalmente con el disco de El Tronador. Y otra serie que está muy cerca de Madera metal. Son cosas distintas, pero cuando pienso en la música se me aparecen todo el tiempo en la cabeza imágenes, sensaciones y colores, que transportan. En una minibiografía puse ‘canto y dibujo, pero es lo mismo’. Me encantaría que cuando veas el cuadro puedas escuchar la canción y entiendas algo. También me gusta el valor agregado que le pueda dar otra persona; construye sobre la obra del artista y se convierte en otra cosa.”
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