Las grabaciones hechas por el ingeniero William Savory, que el museo acaba de comprarle a su hijo, comprenden más de cien horas de actuaciones únicas de artistas como Billie Holiday, Benny Goodman, Coleman Hawkins, Count Basie, Artie Shaw y Lionel Hampton, entre otros.
Por Alejandra Palés
Una colección de casi mil discos con grabaciones inéditas de actuaciones en directo de grandes iconos del jazz, como Billie Holiday o Ella Fitzgerald, y mantenida en secreto durante cerca de 70 años, se ha convertido en la joya más preciada del Museo Nacional del Jazz de Harlem, en Nueva York. “Tiene un valor incalculable. ¿Puede ponerse precio a una estatua de un faraón de la que sólo existe un ejemplar? No”, aseguró el director del museo, Loren Schoenberg, el responsable de su rescate después de años tras la colección. Así, Harlem recupera un material básico para conocer la historia de la música nacida a finales del siglo XIX en Luisiana, en el seno de las comunidades afroamericanas.
La enigmática recopilación, que comprende más de cien horas de música en vivo, fue confeccionada entre 1935 y 1941 por el ingeniero de sonido William Savory, quien, aprovechando los recursos técnicos de su trabajo, grabó actuaciones únicas de los grandes nombres de la era dorada del jazz. La colección de Savory fue durante años una obsesión para el director del Museo Nacional de Jazz de Harlem, quien supo de su existencia en 1980 cuando, trabajando para el clarinetista Benny Goodman (1909-1986), conoció al ingeniero. Savory mantuvo sus grabaciones escondidas y sólo él pudo disfrutar de las actuaciones exclusivas y jam sessions que los mejores intérpretes del género musical hicieron en diferentes locales de Estados Unidos. “Cada día, durante veinte años, le pedí que me dejara escucharla, pero nunca me lo permitió”, explicó el propio Schoenberg, quien aseguró que durante años Savory fue el único afortunado que pudo deleitarse con la música de primeras figuras del jazz como Artie Shaw (1910-2004) o Lionel Hampton (1908-2002).
Tras la muerte del ingeniero en 2004, Schoenberg, que también es pianista y saxofonista, empezó una intensa búsqueda para contactar con el hijo de Savory, y cumplir, por fin, el deseo que durante tiempo le había negado el propietario de la colección. El pasado abril, Schoenberg consiguió no sólo escuchar parte de los casi mil discos, sino que convenció al heredero de Savory, que vive en Chicago (Illinois), para que vendiera la colección al museo neoyorquino. Para Schoenberg, que durante años creyó que la compilación, simplemente contenía algunas grabaciones de Goodman, es difícil elegir una actuación. Sin embargo, no dudó en calificar de “desgarradora” la interpretación de Billie Holiday (19151959) de “Strange Fruit”, una canción sobre los linchamientos a los que eran sometidos los afroamericanos en el sur de Estados Unidos.
Otra de las “perlas” de la colección es la versión que el saxofonista Coleman Hawkins (1904-1969) hizo en 1940 del clásico “Body and Soul”, escrito en 1930 e interpretado en otras ocasiones por Ella Fitzgerald, Frank Sinatra y Carly Simon. Las grabaciones de Savory servirán además para reconstruir la historia del jazz, ya que contienen fragmentos únicos de las actuaciones que Count Basie y Stuff Smith realizaron en 1938 en el Carnival of Swing, en la isla de Randalls (Nueva York), considerado el primer festival dedicado al género al aire libre y del que hasta ahora se creía que no había sobrevivido evidencia musical alguna. La colección, que se está sometiendo a un proceso de digitalización que llevará al menos un año, podrá ser disfrutada a partir de septiembre por los amantes del jazz en una serie de veladas musicales que se celebrarán cada jueves y sábado en el museo neoyorquino. Por el momento, el museo ha colgado en su web los fragmentos de ocho temas de la colección.
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