Por Palo Pandolfo
“Laura va”, del primer disco de Almendra, es una de las obras maestras del rock nacional, una de esas canciones que te muestran un mundo diferente. Yo empecé a escuchar música desde chiquito, y lo primero que conocí de Almendra lo escuché por la radio, en la década del ‘70. Cuando tenía 6 o 7 años, en el ‘71, ‘72, escuchaba radio todo el día. No teníamos televisión y en los momentos en que mi viejo y mi vieja estaban en otra cosa, yo me acaparaba la radio un rato, una hora, y de vuelta después a la noche, cuando me iba a dormir. Para los 11, 12 años, que es cuando empecé a componer mis propias canciones, empecé también a darme cuenta de que “Canción para mi muerte” y “Muchacha ojos de papel” eran algo diferente a todo lo que daban por ahí. Y la cuestión era Almendra, que me enloqueció desde tan temprano, desde antes incluso de tener el disco, al que escuché completo recién cuando me lo prestó un amigo, a los 15.
A “Laura va” se la puede encarar por millones de lugares, pero creo que lo más importante es la forma de cantar de Spinetta, la intimidad que genera con el oyente. El arreglo de Alchourron para arpa y bandoneón es totalmente anticipatorio, y de alguna manera abre el juego para la creación desde la música eléctrica, que es lo que había en los ‘60 y ‘70, haciendo una fusión tremenda de lo global con lo argentino. El bandoneón lo grabó Rodolfo Mederos, que había sido llamado por Alchourron. Y el resultado es increíble: si una banda sacara hoy un tema como “Laura va”, sería totalmente de vanguardia, por moderna y progresista, y eso que es un tema que ya tiene cuarenta años. Hay una parte de la letra que me impacta mucho, que es cuando dice: “La cubre de besos / y el sol también”. Spinetta tiene ese lado femenino muy a flor de piel, esa dulzura y esa feminidad al cantar, pero al mismo tiempo es tremendamente varonil. Es un tema yin yang: él es el sol que cubre de besos a esa criatura, a Laura, cuando decide irse.
Yo me crié escuchando a Los Beatles, y Almendra es la banda beatlesca argentina. Es fundacional: si le afanás a Almendra, vas a hacer algo buenísimo. Por otro lado es muy interesante el año en que sale el disco: ‘69, ‘70. Todavía latía el sueño de un país mejor, más sano, con una historia en la cultura de la música argentina en la letra; todavía estaba presente la vida de un país posible más justo. No habían pasado la Triple A, ni la dictadura militar, ni toda la masacre, y creo que todo lo que se producía en la época era revolucionario en el mejor de los sentidos, porque generaba un cambio hacia adelante, hacia el bien, hacia la elevación del espíritu humano. Me parece muy profunda la época, la manera en que se vivía la sociedad; todo el mundo veía que el de al lado era un hermano. Después de todo lo que pasó entre los ‘70 y los ‘90, creo que sólo pasamos a sentir más aversión los unos por los otros. Y “Laura va” habla de una fe en nosotros, en un público que quiere escuchar algo elevado, profundo, original, que no se escuchó antes. Una banda como Almendra se permitía un experimento así, y además lo editaba y le iba bien tocándolo en los recitales.
Cuando empecé a escribir canciones, yo estaba bajo el aura de “Canción para mi muerte”, “Muchacha”, y de Sgt. Pepper, Revolver y algún que otro disco de Los Beatles. Cuando armé mi primera banda en el ‘78 y debutamos en el ‘79, estaba muy influenciado por Aquelarre, Pescado Rabioso y Color Humano, que es un poco la diáspora de Almendra. Y cuando hice Don Cornelio, que éramos modernos y punk y dark y qué sé yo, en el ‘84, al grabar nuestro primer disco, me escuché grabado y me dije: “Soy re–spinettiano, canto como Spinetta”. Esa fue mi influencia, el aura de Spinetta, desde los 12 hasta los 23 años; después ya me volcaría a Sumo, a la influencia tremenda de Joy Division y haría ese clic, generando ese personaje más oscuro. Desde entonces, y hasta ahora, sigo teniendo mis dos caras, una más luminosa y otra más oscura; y Spinetta sigue estando ahí, en el principio de todo, con ese don, con esa ley armónica que inventó él en su guitarra, con esa capacidad para conectarse con mundos elevados, con el cielo.
Después de decidir que iba a hablar de “Laura va”, me puse a buscar versiones y videos en YouTube y la saqué por primera vez en la guitarra. No lo había hecho nunca hasta ahora, pero la voy a seguir tocando... ¡Y ahora la puedo empezar a tocar en los fogones!
Laura vaLaura va,
lentamente guarda en su valija gris
el final de toda una vida de penas.
Laura va,
unos pasos la alejan del pueblo aquel,
donde ayer jugaba al salir de la escuela.
Laura, pobre tu dolor
se cayó de una oración.
Por eso te vas con él.
Por eso te vas
y hay algo de bueno en tus ojos
sin querer.
Laura ve,
los años le han dado la resignación
y el dolor.
Se fue con sus pocas tibiezas.
Laura ve,
aunque es grande su vida comienza aquí
y a la vez termina la sed de su espera.
La valija pesa y él la ayuda a entrar en el tren.
La cubre de besos
y el sol también.
Fue compuesta por Spinetta y editada el 5 de enero de 1970 como último tema del lado B del álbum Almendra I, con arreglos orquestales de Ricardo Alchourron. La canción fue inspirada por “She’s Leaving Home”, de Los Beatles (Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band). En ambas se cuenta la partida del hogar de una mujer joven. La canción tiene una cadencia tanguera y se la considera la primera del rock que incorpora un bandoneón.
Como todas las canciones del álbum, “Laura va” estaba identificada con un símbolo, en su caso una sopapa, que según la definición que se daba en los créditos del disco significaba “tema que le cantan esos hombres a esa lágrima del hombre de la tapa, atados a sus destinos”.
Spinetta ejecutó otra versión de esta canción junto a Los Socios del Desierto en un recital unplugged realizado para MTV en 1997, con una orquesta de cuerdas dirigida por Carlos Franzetti y piano del Mono Fontana.
1 comentarios:
Quizá la primera vez que se utilizó un bandoneón en la música de rock del Rio de La Plata, fue en el tema "Más largo que el Ciruela" de los Shakers-canción perteneciente al álbun "La Conferencia Secreta del Toto´s Bar" del año 1968.
Un gran abrazo Eduardo de Morón
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