EL PORTAL CRIOLLO
Como músico, Ignacio Varchausky creó e integra uno de los grupos de tango más importantes de la década, El Arranque. Como productor, fue el generador de la notable serie de grabaciones solistas llamada El arte del bandoneón, que incluye discos de Leopoldo Federico, Julio Pane, Walter Ríos y Néstor Marconi. Y, además, creó la Orquesta-Escuela de Tango “Emilio Balcarce” y coordinó el proyecto de edición de los facsímiles de las partituras orquestales de Salgán por parte de la Biblioteca Nacional. Pero el más ambicioso de todos es el proyecto que presentará el próximo 17: un Archivo Digital del Tango. Ahí estarán copiadas y bien copiadas –no como en las ediciones de la mayoría de los sellos discográficos–, absolutamente todas las grabaciones de tango que se realizaron desde 1907 hasta la actualidad. Y conste que lo conocido hasta ahora en cd es apenas el 20% de esas 100 mil grabaciones.
Por Diego Fischerman
En una mesa hay varios vinilos. Algunos verdaderamente exóticos, como la grabación realizada en vivo en Japón de Horacio Salgán y el Quinteto Real interpretando canciones tradicionales de ese país. Sobre un estante se alinea una colección de púas cónicas, elípticas y de punta truncada. Una pantalla muestra el gráfico de lo que va sonando, la voz de Ignacio Corsini con acompañamiento de guitarra. Pero, en realidad, lo que suena son dos cosas diferentes demasiado diferentes alternándose. Y, cuando lo hacen, el gráfico pasa de moverse en un estrecho límite una onda que va y viene entre un piso y una altura muy cercanas entre sí a casi la totalidad de la pantalla. Los puntos más altos se distancian notablemente de los más bajos. Y lo que suena es bastante aproximado al efecto que se produciría si se estuviera escuchando a Corsini desde una habitación contigua todo se escucha, todo se distingue, pero hay una pared de por medio; falta la presencia de la voz, lo que la hace única y de golpe se abriera la puerta.
Esa grabación es una muestra: en algunos compases se trata de una edición corriente en CD, en los otros se ha remasterizado teniendo en cuenta algunos detalles fundamentales que los sellos discográficos no tienen en cuenta en absoluto. Y esa muestra es parte de un proyecto monumental que, no obstante, ya está en marcha y será presentado en público el próximo miércoles 17 a las 19, en la Alianza Francesa (Córdoba 936): el Archivo Digital del Tango. El punto de partida es sencillo: sólo existe en cd un 20% de lo que se ha grabado dentro del género. Y ese escaso porcentaje, además y como se comprueba con lo que se escucha difícilmente sirve como testimonio de nada. Y, no es necesario repetirlo, la Argentina es un país con serias dificultades para memorizar. Podría pensarse que los archivos son insuficientes en el ámbito de la producción artística, que nunca ha estado en el centro del interés de gobernante alguno. Pero, por ejemplo, y sin ir demasiado lejos, tampoco existe ningún registro sobreviviente de los goles de Maradona en Argentino Jrs. El Archivo Digital, simplemente, se propone digitalizar todas las grabaciones de tango existentes. Esos registros, aunque parezca increíble e imposible están contados. Son alrededor de 100.000 y las fuentes, en la mayoría de los casos discos de coleccionistas, debidamente identificadas. El Archivo elige las mejores fuentes existentes discos originales, en 78 rpm o LP de 33 1/3 y las guarda de dos maneras, en una copia de altísima fidelidad donde, simplemente, se pasa el sonido tal como está y sirve como muestra de referencia y para futuros trabajos de restauración sonora y una de consulta, en que el sonido se remasteriza teniendo en cuenta, además de pautas internacionales en la materia, el propio oído. Y el oído es el de los dos técnicos que obsesivamente trabajan sobre esos sonidos pero, también, el del gestor de todo el proyecto, Ignacio Varchausky.
EL ARRANQUE
“El origen fue el encuentro, y luego la amistad con Winton Marsalis, cuando El Arranque tocó en el Lincoln Center junto a su grupo. Yo, además, venía hablando con Marsalis para pedirle consejo sobre la posibilidad de armar una orquesta/escuela de tango una idea que se plasmó más tarde como la Orquesta Emilio Balcarce–. Y una tarde le pedí una sala donde pudiera estudiar el contrabajo porque estaba preparando el concierto. Me mandan a un cuarto y cuando enciendo la luz veo que era un archivo de partituras. Bibliotecas hasta el techo con todo Basie, todo Fletcher Henderson, todo Charlie Mingus. En ese momento pensé: ‘Ellos ya lo hicieron; ya lo tienen hecho’. Después del concierto, seguimos en conversaciones y ellos me mostraron lo que hacían en relación con la conservación de partituras, de grabaciones, los proyectos educativos. Y eso en mi cabeza fue tomando la forma de lo que después fue TangoVía Buenos Aires.” Varchausky tiene 32 años y es el director de esa asociación civil sin fines de lucro que nuclea a músicos, investigadores, periodistas, productores culturales, en general gente a la que le interesa el tango y que, en su propia definición “tiene una mirada actual, más fresca sobre el género”. Es, también, como ya se ha dicho, el creador de la Orquesta/escuela de Tango Emilio Balcarce, y es el contrabajista y fundador de El Arranque, uno de los grupos de tango nuevo (y no grupos nuevos de tango) más importante de la Argentina, y el productor de la que tal vez sea la serie discográfica más trascendente además de bellas de los últimos tiempos, El arte del bandoneón, donde Leopoldo Federico, Julio Pane, Walter Ríos y Néstor Marconi grabaron a solas con su instrumento. Una idea tal genial como sencilla. De ésas que hacen pensar cómo no se le ocurrió antes a nadie. “Me especializo en esa clase de ideas obvias que a nadie se le ocurrieron”, bromea el músico que, por otra parte, acaba de coordinar, junto al compositor y musicólogo Miguel Galperín, la histórica edición de las partituras facsimilares de los arreglos orquestales de Horacio Salgán, para la Biblioteca Nacional.
El Archivo Digital del Tango, cuya presentación pomposa y circunstancial estará a cargo de padrinos y madrinas tan notorios como Salgán, Sergio Renán, Magdalena Ruiz Guiñazú y Liliana Herrero, pondrá en circulación ni más ni menos que las discografías completas de Ignacio Corsini (un proyecto que Varchausky, a los 18 años, ya había llevado, aunque sin éxito, al Fondo Nacional de las Artes), Alfredo Gobbi y Salgán, y, como para mostrar “que el proyecto llega hasta ahora y para que los investigadores que lleguen dentro de ochenta años tengan menos problemas que los actuales”, tres más actuales, la de Pane, la del Quinteto Ventarrón y la de Sonia Posetti. “Hay discos que no tienen más de cinco años y, sin embargo, ya están desaparecidos. O porque se hicieron en tiradas muy chicas, o porque los editaron sellos pequeños y que hoy no existen más, o porque nadie tuvo interés comercial en reeditarlos”, explica. “Marsalis me dijo que este tipo de proyectos no pueden ser individuales. Y parte del objetivo de esta presentación es interesar a otros. Es muy sencillo; si este archivo cuenta con un cierto financiamiento, con los instrumentos tecnológicos que actualmente hay a disposición, se termina en cinco años. Si no, se hace en veinticinco.”
AMORES DE ESTUDIANTE
TangoVía ha tenido que ver, por otra parte, en la dirección artística de festivales del exterior dedicados al género, como el Chaillot, en París, que programó más de cincuenta artistas a lo largo de once noches. “Los objetivos son de preservación, de creación y educación. En realidad, nos interesa todo proyecto que tenga que ver con crear una mayor conciencia y una apreciación del tango como un arte sofisticado y elaborado y no como una expresión coloquial y simpática del pasado o, mucho peor, de ese estigma hasta bochornoso de tristeza eterna y de encadenamiento a las tradiciones más retrógradas. Nosotros entendemos al tango como un arte dentro de la historia del arte y eso significa tener una perspectiva distinta y mirarlo no sólo a él sino también alrededor y ver lo que significa en esos contextos. Eso es algo que no se ha dado demasiado con esta música, que se ha desarrollado en un ámbito muy cerrado y con una mirada muy acotada que ha interactuado poco y nada con otras disciplinas y con otros géneros. Que, incluso, los ha enfrentado casi continuamente. Eso ha hecho muchísimo mal, porque no digo que haya que mezclar todo sino, simplemente, mirar cómo han editado discos o libros los otros, qué reflexiones tienen acerca de sus propios géneros otros países. La reflexión que existe acerca del jazz o la música brasileña está, por ejemplo, a años luz de la que tenemos hasta ahora los argentinos sobre el tango.”
En una música que se llamó a sí misma “típica”, la historia de Varchausky está lejos de serlo. Empezó como bajista y haciendo rock. Y ésa era la música que escuchaba aunque, también, con una cierta mirada hacia el pasado: King Crimson, Led Zeppelin, Genesis, Beatles, en plena década del ‘90. “Un día mi viejo nos trajo, a mi hermano (el también músico Nicolás) un disco de Corsini. Un poco como una broma. ‘Escuchen esto que va a ser un éxito, para que lo lleven a los bailes’, nos dijo. Y nos gustó a los dos, pero a mí me enamoró. Y ese casete, que era una edición infame, de Grandes Exitos, lo gasté; lo hice pomada. Y a partir de allí, aunque seguía tocando rock, empecé a buscar. Todavía no había cds aquí, o por lo menos yo no tenía, así que buscaba casetes. En cambalaches, mercados de pulgas. Empecé a conocer a un coleccionista, después a otro. Me recorrí todas las disquerías y compré todos los vinilos de Corsini que conseguí. Y así conocí a Jorge Forzano, que era un gran coleccionista de Corsini y me abrió su colección, que empecé a copiar. Llevaba los discos de Villa Luro a Almagro, viajando en colectivo. Y después la bandeja giradiscos de mi viejo a la casa de un amigo que tenía minidisc, y así fuimos grabando todo lo que Corsini había registrado en disco. A partir de Corsini, cuya figura, además, me seducía, como después me sedujo la de Gobbi, me enamoré del tango y, después de esas búsquedas vinieron otras, de otros nombres y otros músicos.”
TRISTEZA CRIOLLA
La Orquesta-escuela de tango tiene ya diez años y es financiada por el Gobierno de la Ciudad. La edición de partituras facsimilares fue encarada junto a la Biblioteca Nacional. Y este Archivo Digital aspira, desde ya, a tener alguna clase de ayuda estatal. Teniendo en cuenta los antecedentes más bien anémicos que los estados, tanto nacional como municipal, muestran en la gestión y, sobre todo, en la producción cultural, los logros de Varchausky no pueden menos que llamar la atención. “Son errores en el sistema”, resume. “Son grietas que uno logra detectar y que se aprovechan en virtud de un proyecto noble que logra generar el interés de algunos individuos que en el marco de una institución pública tienen, en un determinado momento, la capacidad de hacer lo posible. No dejan de ser epopeyas individuales. En un contexto donde todo debería ser el reino de la institucionalidad, nosotros nos enfrentamos todos los días al reino de la discrecionalidad. Y dentro de esa discrecionalidad hay gente, en algunos casos, muy interesante, con muy buena disposición, con inteligencia y con objetivos nobles. Pocos, pero hay. Y así como hay que saber que uno va a tener que desarrollar una serie de talentos inusitados, que nunca pensó que necesitaría, también hay que saber que uno se encuentra cada tanto con esas personas capaces de decir ‘bueno, hagámoslo’ donde otros dirían ‘no, es muy difícil, con estas estructuras no se puede’.”
Varchausky se basa en la experiencia con la Orquesta-escuela para pensar que el Archivo Digital, que podrá consultarse con un sistema de membresías, contará con muchos más apoyos que los que ya tiene. “Lo que mostraremos ahora es el resultado de tres años de trabajo y es la etapa piloto del proyecto. Hubo muchísima investigación, mucho esfuerzo, Por un lado saber dónde estaba el material y poder tener acceso a él; por otro, saber la manera correcta de proceder para preservarlo. En ese sentido hay normas, por ejemplo de la Biblioteca del Congreso estadounidense, que son muy precisas y muy útiles. En cuanto al pasaje a medio digital el primer problema ya está en la púa y la cápsula que se utilicen. Hay que buscar la óptima para cada clase de disco. Los surcos se fueron haciendo cada vez más estrechos a lo largo de la historia del disco, por lo que una púa para un disco de 1920 tiene que ser mucho más ancha que para uno de 1960. Pero el problema acuciante es el tiempo. Esto se hace ahora o, probablemente nunca. Y no es una metáfora. Nosotros trabajamos con los principales coleccionistas del mundo, que además han sido inmensamente generosos. Y se trata de gente grande que, en muchos casos, vive en situaciones de gran pobreza. En el último año han muerto cuatro, por ejemplo. Y cuando desaparecen los coleccionistas muchas veces desaparecen también las colecciones, se desmembran y pueden llegar a terminar en el Parque Rivadavia o directamente en la basura”.
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